prendas
para
comerciantes
tan
conocidos como Ross Stores, T.J. Maxx,
Forever 21, Bealls, Charlotte Russe,
Burlington, Windsor, Nordstrom, Macy’s
y Dillard’s. Weil añadió, “Lo importante
es comprender este número; 85 por
ciento. “Para un trabajador típico en esta
industria … [significa] que se les está
privando de 4-5 semanas de su nómina
simplemente porque no se les paga lo
que la ley exige que se les pague. Eso es
indignante.”
Algo aún más atroz es el robo salarial
que calcularon. Los obreros trabajan
incansablemente reciben casi nada a
cambio, hasta el punto que se hayan
robado millones de dólares de los
destinatarios legítimos, algo repugnante.
Entre 2014 y 2016, la División de Salarios
y Horas Laborales llevó a cabo un total de
668 investigaciones a empleadores en la
industria textil, la mayoría de los cuales se
encontraban en el área metropolitana de
Los Ángeles. Identificaron $8.1 millones
en salarios debidos a 5,158 trabajadores.
Estas cifras son drásticas, lo que enfatiza
aún más los impactos negativos que las
violaciones tienen sobre las personas.
Viendo este número, es fácil olvidar que
cada pérdida de dinero esencialmente
los priva de una de sus necesidades
básicas de vida. Este robo de salarios
podría obligar a las personas y familias
a adaptarse y vivir en condiciones
subnormales. Tendrían que sacrificar
ciertas necesidades para sobrevivir.
Ningún individuo, sin importar su
estatus migratorio, debería ser privado de
estos derechos humanos básicos, mucho
menos a manos de una nación que les ha
reclamado la protección de esos mismos
derechos a países extranjeros.
Sin embargo, hasta ahora estas cifras
no han podido motivar ni provocar un
cambio. El círculo vicioso aún persiste
— la sociedad continúa promoviendo
estos talleres clandestinos a través de la
compra de prendas en ciertas tiendas, lo
que amplifica la necesidad de entornos
laborales que no garantizan la satisfacción
del cliente. Claro que nos beneficiamos
como consumidores de precios bajos,
pero la realidad es que, por lo general, los
precios más bajos se obtienen a expensas
de los trabajadores que los producen. Es
por esta razón que todos debemos tomar
conciencia de las injusticias que implican
los precios bajos.
Esencialmente, según Weil, la raíz del
problema viene del consumidor. Exigimos
precios bajos, y las empresas responden
buscando costos de producción más
bajos en la cadena de producción. El
resultado es que los trabajadores asumen
el total de los costos y riesgos del sistema.
En un sondeo de los trabajadores
textiles en Los Ángeles hecho en 2015
por el Centro Laboral de la Industria
del Vestido, se detallaron las diversas
violaciones encontradas en áreas de salud,
seguridad y salarios. Los trabajadores
de tiendas populares como Forever 21,
Macy’s y Nordstrom “se quejaron de la
mala ventilación, la irritación de los ojos
y la nariz por los productos químicos y
los entornos de trabajo sucios debido a la
presencia de roedores y cucarachas.
En cuanto a los salarios, casi la mitad
trabajaba jornadas de 10 horas o más sin
pago de horas extras y era poco probable
que ganaran el salario mínimo, ya que
se les paga por prenda cosida en lugar
de por hora trabajada”. Descubrieron un
promedio de pago de $5 por hora, sin
embargo, algunos trabajadores ganan
tan poco como $1.70 por hora. A partir
de este mismo sondeo, revelaron que
aproximadamente 80 por ciento de los
trabajadores no recibieron capacitación
sobre la salud y seguridad antes de
comenzar a trabajar, y casi la mitad dijo
que no había acceso a primeros auxilios
donde trabajaban. También hubo
informes de violencia física o verbal
(21%) y agresión sexual (6%).
Muchos dirán que una solución es
que los trabajadores denuncien las
violaciones a las autoridades, pero, para
la mayoría de los empleados, las quejas
solo traen el riesgo de castigos. Aquellos
que sí han hablado sin reservas, el 43
por ciento fueron despedidos, les dieron
menos horas o fueron amenazados
con ser deportados. “Este complejo
conjunto de circunstancias hace que la
población sea un objetivo principal para
las prácticas de explotación”. El Centro
Laboral descubrió que no hay otro grupo
que enfrente tantas violaciones como las
mujeres latinas indocumentadas.
Un problema que de alguna manera
facilita y empeora estas condiciones es el
estigma que rodea el tema. La suposición
que los talleres clandestinos se encuentran
en países extranjeros ha llevado a una
falta de atención a las violaciones que
se presentan aquí en los EE. UU. Rubén
Rosalez, un administrador regional en la
División de Salarios y Horas Laborales
del Departamento de Trabajo, dijo “esas
tiendas reconocen que hay un problema,
que no condonan para nada”.
Aunque los comerciantes con mas
frecuentes
violaciones
salariales
monitorean sus fábricas en el extranjero,
T.J. Maxx es la única compañía
que también ha demostrado este
mismo nivel de control sobre sus
proveedores nacionales. “La presión
de los consumidores internacionales
los ha obligado a tener un programa
en el extranjero. Es impulsada por los
consumidores. No creo que ni sean
conscientes de que tenemos este tipo de
tiendas ubicadas en los Estados Unidos”,
dijo Rosalez. Al hacerlo, ignoran por
completo las violaciones de menor
riesgo aquí en los Estados Unidos, lo
que se ha motivado por el hecho de que
muchos consideran que este país “es
una nación con más respeto por la ley”
en comparación con otras alrededor del
mundo. Básicamente, existe un despliegue
de recursos en los territorios con mayor
riesgo porque representa una amenaza
más importante, pero este enfoque hace
que ignoremos los problemas que surgen
en nuestro propio país.
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