PASIÓN POR DIOS SALVACIÓN PARA EL MUNDO Beata Concepción Cabrera. Laica · Mística ·Apóstol | Page 17
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l 14 de enero de 1894, Concepción Cabrera, en un
arrebato de amor, se grabó en el pecho, a san-
gre y fuego, el monograma de Jesús: †JHS. En ese
hecho se encuentra el origen de la Espiritualidad de
la Cruz, la cual es un don de Dios para la Iglesia y el
mundo. Está centrada en el seguimiento de Jesucris-
to sacerdote y víctima. Muchas personas, en diversos
países, viven y difunden esta espiritualidad, sea de
manera individual o formando parte de un grupo.
El mismo 14 de enero fue el nacimiento de la Obra
de la Cruz, que tiene la misión de extender el reina-
do del Espíritu Santo en el mundo. Las cinco Obras
fueron fundadas en diversos momentos, entre 1895
y 1914. Para fundarlas, Concepción contó sobre todo
con el apoyo de monseñor Ramón Ibarra. «Aunque
son cinco –decía el padre Félix de Jesús Rougier–, no
forman en realidad sino una sola, una Obra de amor
y sacrificio». Estas Obras son el núcleo de la Familia
de la Cruz.
Posteriormente, algunas personas que vivían la
Espiritualidad de la Cruz fundaron institutos religio-
sos y asociaciones eclesiales, con un carisma propio
y una misión específica.
En 1999, algunos de esos institutos y asociaciones,
junto con las Obras de la Cruz, decidieron constituir
la Familia de la Cruz. Cada instituto o asociación
conserva su organización propia, su estilo de vida,
sus procesos formativos.
Para pertenecer a esta Familia se requiere:
1) tener un vínculo histórico, directo o indi-
recto, con Concepción Cabrera;
2) la centralidad de Jesucristo sacerdote y
víctima en el propio carisma, y
3) que las actividades apostólicas reper-
cutan en bien de los sacerdotes ministros:
oración y sacrificio, colaboración pastoral, ta-
reas administrativas y de secretariado, labores
domésticas en seminarios y casas sacerdota-
les o de ejercicios, talleres litúrgicos, cultivo
de vocaciones.
La Familia de la Cruz tiene estos retos,
entre otros: dar a conocer el sacerdocio de
Jesucristo y ayudar a que los bautizados lo
vivan; construir la Iglesia como Pueblo sacer-
dotal; hacer llegar la salvación de Jesucristo
a más y más personas; transmitir, de manera
inculturada, la Espiritualidad de la Cruz en di-
versos lugares.
La Familia de la Cruz vive y se desarrolla
bajo el impulso del Espíritu Santo, para con-
tinuar, a través del tiempo y del espacio, el
clamor de intercesión que fue su origen:
Jesús, Salvador de los hombres,
¡sálvalos!
La Familia de la Cruz
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