PASIÓN POR DIOS SALVACIÓN PARA EL MUNDO Beata Concepción Cabrera. Laica · Mística ·Apóstol | Page 15

Tras la muerte de monseñor Ibarra (1917), cuando esta discípula misionera está viviendo la etapa de su soledad, la imitación de María tiene otros ma- tices: “Cada vez que María, mi Santísima Madre, sentía el dolor de mi ausencia en cualquier forma (que era continuamente), luego lo ofrecía al Padre por la salvación del mundo y de la naciente Iglesia. Ese apostolado de dolor (que es el de la cruz) en Ella, en el tiempo de su soledad, fue el más fecundo, e hizo al cielo derramarse en gracias. Así tú: has comenzado en esta nueva etapa de tu vida un reflejo de la de María, y te toca imitarla sin desperdiciar tus penas, que en su unión y la Mía, tendrán valor. Así, en esta forma sobrenaturaliza tus dolores de soledad, para que fecundicen en favor de tus otros hijos”. “Tú tienes que imitarla [a María]; esa es tu misión, reflejar su vida, y ser el eco de sus dolores, de su soledad, de sus martirios de amor que fueron los Míos”. Madre espiritual de Jesucristo Jesucristo le explica a Concepción cuál es el fundamento bíblico de la encar- nación mística (Mc 3,35): “Eso he buscado en la encarnación mística, que parodia la real en María, y que hasta su sombra agrada tanto al Padre. Todo aquel que hace la voluntad de mi Padre es mi madre; pero de una manera mística y especial (llevando a la más alta perfección esa ejecución de la voluntad divina); selo tú, hija mía, y en cuanto a la derivación de las virtudes y amor que este título engendra”. Casi un año después de haber recibido esa gracia, ella escucha que Jesucristo le dice: “Yo, en cierto sentido, he venido a ser hijo de tu corazón […] Hoy he querido regalarte con estas cosas que te he dicho […] lo de descubrirte aquel secreto que tú ni te hubieras atrevido solo a pensarlo, que soy en cierto sentido como hijo de tu corazón, como si tu corazón, hija, fuera mi madre; y quiero que sea, que sea, pero como fue el de María, con sus mismas virtudes y cualidades. Imítala, estúdiala y modela tu corazón con esta bella imagen. […] Y, si es cierto que esto ya existía desde el momento de la encarnación mística, sus irradiaciones, sus efectos más o menos exteriorizados, y sobre todo las enseñanzas prácticas que de esto te resulten, serán nuevas para tu alma”. Esa laica le expresa al padre Tomás Ipiña (1844-1918), Provincial de los jesuitas, lo que siente hacia Jesús: Su vida espiritual 27