¡¡UNA MALDITA URRACA!!
Sin duda alguna, así es la caza con arco...
No se si este relato pertenece a los llamados “relatos de chimenea”, pero es algo que me ocurrió y que demuestra hasta qué
punto los pequeños detalles son muy importantes en la caza
con arco.
Hace ya algunos años cuando los primeros nómadas cazábamos
en los cotos que teníamos en la provincia de Guadalajara, me
ocurrió un “incidente” que me fastidió el lance a un zorro.
Era el mes de Noviembre y se acariciaba ya un invierno frío;
desde principios de Octubre se habían cebado los puestos de
espera que teníamos en nuestro coto de Almonacid, la famosa
Bujeda.
Era domingo y como siempre llegamos al pueblo, nos tomamos
unos botellines y subimos a la pequeña cabaña donde comimos
y preparamos los equipos para la caza.
Antonio, el hijo del dueño de la finca, nos indica ( éramos dos
cazadores, Manolo y yo) que en la baña del treestand y la del
árbol grande (el puesto era en el suelo) habían entrado los cochinos en la noche anterior; no los había visto pero los había oído ya que estaba en una espera cercana, y que nos pusiésemos
en éstas, puesto que había posibilidades de que entrasen también aquella noche.