Herrera Micaela y Valdez Melina
El término "desaparecido" hace referencia, en primer lugar, a aquellas personas que
fueron víctimas del dispositivo del terror estatal, que fueron secuestradas, torturadas
y, finalmente, asesinadas por razones políticas y cuyos cuerpos nunca fueron
entregados a sus deudos y, en su gran mayoría, todavía permanecen
desaparecidos.
Lo específico del terrorismo estatal argentino residió en que la secuencia
sistematizada que consistía en secuestrar-torturar-asesinar descansaba sobre una
matriz cuya finalidad era la sustracción de la identidad de la víctima. Como la
identidad de una persona es lo que define su humanidad, se puede afirmar que la
consecuencia radical que tuvo el terrorismo de Estado a través de los centros
clandestinos de detención fue la sustracción de la identidad de los detenidos, es
decir, de aquello que los definía como humanos.
Para llevar adelante esta sustracción, el terrorismo de Estado implementó en los
campos de concentración una metodología específica que consistía en disociar a las
personas de sus rasgos identitarios (se las encapuchaba y se les asignaba un
número en lugar de su nombre); mantenerlas incomunicadas; sustraerles a sus hijos
bajo la idea extrema de que era necesario interrumpir la transmisión de las
identidades y, por último, adueñarse hasta de sus propias muertes.
El 16 de septiembre es una fecha que, además de haber sido fijada en el calendario
escolar por diferentes legislaciones, debe su impulso a quienes la sintieron como
propia desde la recuperación de la democracia: los estudiantes.
Este día, que recuerda un hecho represivo conocido como La Noche de los Lápices,
trae a la memoria a un grupo de jóvenes estudiantes secundarios que fueron
secuestrados por la última dictadura (1976 – 1983) en la ciudad de La Plata.
A mediados de septiembre de 1976 en la ciudad de La Plata un grupo de
estudiantes secundarios fue secuestrado por las Fuerzas Armadas. Entre ellos
estaban: Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone, Claudio de Acha,
Horacio Ángel Ungaro, Daniel Alberto Racero, María Clara Ciocchini, Pablo Díaz,
Patricia Miranda, Gustavo Calotti y Emilce Moler.
La mayoría de los jóvenes tenían militancia política. Muchos habían participado,
durante la primavera de 1975, en las movilizaciones que reclamaban el BES (Boleto
Estudiantil Secundario), un beneficio conseguido durante aquel gobierno
democrático y que el gobierno militar de la provincia fue quitando de a poco.
El13 de septiembre de 1975, los secundarios de la cuidad se saludaban por las
calles formando con sus manos la "V" de victoria, por primera vez en la historia de
La Plata tenían un boleto secundario escolar.
El 5 de octubre de 1976 se limitaba "el acceso a los establecimientos escolares de
publicaciones y material formativo e informativo". Podrían ingresar exclusivamente
aquellos que fomentaran el amor a Dios, el concepto de Patria, y el respeto a la
familia y a la autoridad.
Una de las preocupaciones permanentes del Jefe de Policía que se refugiaba en las
facultades y los colegios secundarios era que consideraba a los estudiantes como el
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