Rodriguez – D’Agnillo – Cabrera - Zwenger
Los inocentes son los culpables, dice su señoría,
el rey de espadas.
No cuentes lo que hay detrás de aquel espejo,
no tendrás poder
ni abogados, ni testigos.
Enciende los candiles que los brujos
piensan en volver
a nublarnos el camino.
Estamos en la tierra de todos, en la vida.
Sobre el pasado y sobre el futuro,
ruinas sobre ruinas,
querida Alicia.
La canción jugaba con los animales de la historia y los seudónimos de algunos políticos de
la época. Los brujos, las morsas y las tortugas llevaban a la audiencia a asociarlos a los
apodos de López Rega, Onganía e Illia, políticos muy mencionados en esos tiempos.
También podría asociarse a María Estela Martínez de Perón, la presidenta que el golpe
militar derrocó, a la figura de Alicia, desplazada por “el rey de espadas”. Además
aconsejaba “no cuentes lo que viste en los jardines” imitando una instrucción precisa y muy
típica del habla popular, comparable con el “no te metas” argentino.
Es notable que, además, el mensaje fuera remarcado por la frase “no tendrás poder, ni
abogados, ni testigos”. El ciudadano común (representado por la figura de Alicia) no tenía a
quién recurrir. La seguridad personal solo estaba del lado del escondite, la ignorancia o el
incógnito. Como el país que habitaba, la alegoría de Alicia transmitía miedo e
incertidumbre.
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