Correa, Morales y Gutiérrez
4 de noviembre de 2017
Las expectativas de una transformación de una sociedad capitalista por otra en la que
prevalecieran los criterios de justicia e igualdad llevaron a muchos jóvenes a interesarse
por la acción política. En los barrios, en los centros urbanos, en los colegios y en las
universidades, los jóvenes se reunían y se organizaban para resistir el avance de las
políticas autoritarias. Los militantes del centro de estudiante y las agrupaciones políticas
realizaban actividades de ayuda en los barrios pobres y en las villas miserias. Estas
actividades resaltaban la solidaridad, la equidad social, y el esfuerzo comunitario, valores
trascendentes que los identificaban como generación.
En la década del ’70, los jóvenes y los intelectuales cuestionaron y reflexionaron sobre
esta realidad social y política. Con errores, con limitaciones, con poca experiencia de
prácticas democráticas, la juventud que había crecido en años de autoritarismo y
dictadura, respondió a la violencia, tomando en sus manos la decisión de luchar por la
justicia, proponiéndose transformar la realidad, de acuerdo con sus criterios e ideas.
Durante la época del proceso hubo una característica común a la gran mayoría de los
jóvenes, la intención de contribuir a transformar una sociedad que consideraban injusta.
En la Argentina, los jóvenes tuvieron un gran protagonismo y se identificaron con los
deseos de transformación social. Amplios sectores, universitarios y obrero, de la sociedad
compartían ideales revolucionarios y se manifestaban con un tono crítico frente al orden
establecido. Cuestionaban la sociedad del consumo y la vida burguesa de las generaciones
anteriores.
Estas actitudes de ruptura se desplegaron en el campo político, artístico y en la
producción de los intelectuales. Casi ningún ámbito de la vida cultural estuvo ajeno a ese
espíritu cuestionador y de transformación de todo lo existente, en el que se
entremezclaban las influencias, procedentes del exterior, con posiciones que
reivindicaban las raíces nacionales y también las populares.
Una de las formas de expresión estaba conformada por las caminatas y/o manifestaciones
que se desarrollaban en las distintas partes de las ciudades en las cuales se expresaba su
disconformidad mediante carteles, pancartas, cánticos. Una generación de jóvenes
rockeros, folkloristas, artistas de vanguardia, escritores de ficción, ensayistas, y militantes
políticos, fueron la expresión de esos anhelos de cambio y utopía.
Este tipo de actos, en la mayoría de los casos, eran sofocados por la fuerza policial, la cual
mediante gases lacrimógenos, por ejemplo terminaban con cualquier intento de expresión
que fuera en contra de la autoridad del momento. Otros jóvenes con los mismos ideales
de justicia, de solidaridad, de ayuda, de generosidad, eligieron caminos distintos de
participación. No querían estar al margen. Desde los centros urbanos, las comisiones
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