sistema político eficiente llevó a jóvenes a reunirse en ollas populares y a manifestarse
por diversas vías para llegar a un nivel de vida que cumpla con lo necesario para
subsistir.
Sumado a la asociación de la juventud con la delincuencia existe una desvalorización
biológica: los jóvenes, por su edad, no son aptos para ciertas actividades. Es decir,
poseen poca precaución en términos sexuales o reproductivos, no están capacitados para
votar o tomar decisiones relevantes en ámbitos sociales. Ya no se trata solamente de que
los jóvenes sean criminales, sino que son biológicamente inferiores.
Se puede estar de acuerdo con que existen “discursos médicos y jurídicos”, pero más
allá de esto existen datos concretos sobre marginalidad, delincuencia y pobreza. María
José Cano dirá que la Asignación Universal por Hijo (AUH) es la mejor opción para
solucionar este problema, pero eso puede ser cierto solo en parte, ya que un
inconveniente estructural no se soluciona con una sola medida, sino sería un problema
unicausal y sería en vano descubrir varias problemáticas en torno a la pobreza.
Este tipo de afirmaciones sobre grupos como “problemas” reside en que la pobreza
estructural en Argentina ha impedido que niños y adolescentes puedan desarrollarse de
manera íntegra, ya que sus actividades correspondientes a cada edad, como el ocio en la
niñez o el estudio secundario una vez alcanzada la adolescencia, no pueden realizarse o,
por otra parte, se llevan a cabo de manera incompleta, quedando excluidos de la
sociedad. Luego, la marginalidad lleva a tópicos como la delincuencia o distintos tipos
de adicciones, también difíciles de superar ante un Estado que se ve desbordado por este
tipo de acciones y en vez de fomentar centros de recuperación, decide aumentar a la
cantidad de fuerzas represivas, sin solucionar el inconveniente.
También se observa que los ámbitos de marginalidad son vistos como un problema
jurídico donde es necesario bajar la edad de imputab