los 60’s. Desde esos espacios se discriminaba a quienes buscaban otra mirada sobre los
asuntos sociales. Los puntos álgidos de resistencia cultural por parte de la juventud se
vieron en el Cordobazo, aliados con el sindicalismo combativo, y la exposición artística
de “Tucumán Arde”. A partir del Proceso de Reorganización Nacional (PRN) (1976-
1983), la sociedad argentina perdería esta fuerza juvenil y ganaría represión y
terrorismo de Estado, con personas desaparecidas, catalogadas como subversivas.
Por supuesto, esto tendría consecuencias que bajo cualquier circunstancia son muy
difíciles de solucionar, ya que la pobreza estructural en Argentina afecta de manera
directa a la crianza de los niños y, por consiguiente, a su desarrollo como jóvenes y
adultos. Margulis y Urresti afirman que la postergación de la crianza en pos del
desarrollo individual es propio de la era global, pero esto no se aplica igual en Europa
que en Argentina, por ejemplo, ya que este último país tiene entre 30%-20% de pobres
desde 1975 1 . Entonces, la marginalidad trae una situación individual y grupal
insoportable, que lleva a la delincuencia y al tráfico o abuso de sustancias. Al no haber
soluciones inmediatas ante esta cuestión, se generan “discursos”, es decir, narraciones
que se imponen desde distintos sectores del poder. Los marginales serán “negros”,
“irracionales” y tendrán que ser sometidos a la disciplina, a la “mano dura”, es decir, al
castigo físico o directamente a la cárcel.
El regreso de la democracia en Argentina, a partir de 1983, significó una reivindicación
cultural para los jóvenes, ya que, a partir de distintas manifestaciones artísticas y
periodísticas, lograron consolidar, de alguna manera, ciertas proclamas pasadas. A partir
del juicio a los militares del PRN y la formación de la CONADEP se pudo tener una
sensación de “justicia”, al menos en el plano político y cultural: en simultáneo se estaba
llevando a cabo una inflación descomunal que fue la causa para que la próxima
presidencia, la de Carlos Saúl Menem, implementara sus reformas neoliberales,
flexibilizando las condiciones laborales, desestructurando a los sindicatos y agrandando
más la brecha entre clases. Ahora unos podían viajar por el mundo y otros veían como
las fábricas se cerraban una por una, con algunas reacciones como la formación de
cooperativas. El Estado se retiraba de su rol como interventor y los más desprotegidos
se encontraban a la deriva y, sumándose a las reformas laborales que se emplearon, los
jóvenes quedaban cada vez más desamparados ante la posibilidad de ingresar al
mercado y tener un empleo. El colapso económico de 2001 y el fervor popular por un
1
http://209.177.156.169/libreria_cm/archivos/pdf_503.pdf