Nación Móvil - Septiembre de 2013 | Page 42

Reportaje / Altazor En la huella del Altazor Un merecido reconocimiento a lo mejor de lo nuestro? ¿Un ejercicio de autocomplaciencia al más puro estilo gringo? El premio Altazor, al igual que cualquier tipo de premiación que intente dirimir quién es mejor en algo, genera siempre cierto grado de polémica, algún resquemor o desconfianza, ruido en general, y la sensación de que nunca es suficientemente justo o, al menos, inclusivo. “Es único en su tipo, y se convierte en un verdadero balance anual de lo que está sucediendo en todos los niveles artísticos, buscando promover el trabajo artístico nacional”, así se define el Premio Altazor 2013 en su sitio web (www.premioaltazor.cl). Altazor es un reconocimiento que no incluye un aporte económico, por lo que se podría pensar que su contribución es sólo nominal, pues siempre es un “honor” poder engrosar la lista de ganadores. No hay duda que ser ganador de un Altazor es una gran contribución al currículum de cualquiera. Por ejemplo, Ángelo Pierattini –músico- nominado innumerables veces, tanto con su ex banda Weichafe como solista, pero a quién finalmente no le ha servido más que de adorno el galardón. Finalmente, dicho prestigió obtenido por la premiación, no le sirvió a la hora de postular a un fondo nacional y obtener el apoyo económico necesario para la creación de su último disco, y que terminó obteniéndolo de sus fans. En todos lados se realizan premiaciones, siendo algunas más reconocidas que otras. En ese sentido los gringos son los reyes de la premiación farandulera y autorreferente, entregada por los actores de la industria formal y dirigida 42