Así, puede entreverse la voz de don Quijote en las palabras con que el narrador cuenta la
arremetida de éste contra el primer molino que se le ofrece al paso y el resultado del ataque:
Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que
en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a
todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante; y dándole
una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos,
llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo.
Y, en cambio, se hace presente la voz más popular y socarrona de Sancho cuando, tras el
desdichado 4inal de la aventura de los molinos y de nuevo en camino, molido por la caída don
Quijote y apenado Sancho por la triste suerte de su señor, después de conversar brevemente
sobre hazañas y dolores y quejas, el narrador re4iere que Sancho, a pesar de las penas, siente
gana de comer, y, con un lenguaje de resonancia y sabiduría popular, relata magní4icamente
así: Díjole Sancho que mirase que era hora de comer. Respondiole su amo que por entonces
no le hacía menester; que comiese él cuando se le antojase. Con esta licencia se acomodó
Sancho lo mejor que pudo sobre su jumento, y, sacando de las alforjas lo que en ellas había
puesto, iba caminando y comiendo detrás de su amo muy de su espacio, y de cuando en
cuando empinaba la bota, con tanto gusto que le pudiera envidiar el más regalado
bodegonero de Málaga. Y en tanto que él iba de aquella manera menudeando tragos, no se le
acordaba de ninguna promesa que su amo le hubiese hecho, ni tenía por ningún trabajo, sino
por mucho descanso, andar buscando las aventuras, por peligrosas que fuesen.
"Oidor" signi4ica 'que oye' o 'el que oye'; y también signi4icaba -precisamente en la época
de Cervantes-, 'ministro togado de justicia que en las audiencias oía y sentenciaba las causas
y pleitos'. Todo eso es Cervantes: el que oye (y, además, escucha) y el que con su arte
inigualable dicta sentencia a favor de la lengua común, de la lengua del pueblo, que es su
misma lengua.
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