Hay que tener en cuenta que este sistema no es algo tan extraño ni so4isticado. Por ejemplo, en
muchas zonas de nuestro país, dentro del sector agrícola, no es extraña la costumbre de vender la
cosecha “a pié de árbol”. Es decir, antes de que se recoja el fruto. Son mercados “a futuro”, con
operaciones a medida una-a-una, que tampoco debemos de confundir con los estandarizados y
re4inados forwards o futuros de ahora, pero que sí podemos considerar como un antecedente válido
de estos so4isticados productos 4inancieros.
Ahora bien, pese a sus rudimentos, el sistema se fue haciendo cada vez más complejo porque
producto del crecimiento incesante en el precio de los bulbos de tulipán, las personas que tenían un
“futuro” (digamos: un contrato; es decir, un “papel” que les daba derecho a ejercer la compra de
bulbos a un precio pactado con anterioridad) lo normal es que obtuviesen una ganancia por el simple
hecho de tener dicho título, puesto que si el precio de compra que les otorgaba su contrato era
inferior al del mercado llegada la fecha, el poseedor obtenía un bene4icio inmediato, dado que podía
comprar el bulbo de tulipán a un precio inferior al del mismo momento de la compra.
Lógicamente, desde este momento a la compra-venta especulativa de “negocios en el aire” sólo
había un paso y así, sobre el mercado de tulipanes pronto se añadió el de estos “futuros” del tulipán –
valga el término, en un sentido laxo– los cuales contribuyeron a acelerar el alza sistemática de los
precios de los bulbos, tal y como pasa en este momento con muchas burbujas que padecemos sobre
productos de primera necesidad, sobre todo ciertas materias primas.
Por razones como esta, en 1610 se prohibió este tipo de “negocio de aire”, aunque el mismo siguió
ejerciéndose de forma opaca (al margen del marco legal), sobre todo en las tabernas donde nació,
fuera de la normativa vigente durante el resto de años hasta que 4inalmente explotó la burbuja.
En 4in, la historia completa de la Crisis de los Tulipanes parece un buen ejemplo de feroz
capitalismo, en un periodo en el que éste apenas dejaba vislumbrar un precario diseño, pero que
contenía ya los elementos esenciales de las grandes crisis que nos vienen azotando desde los últimos
años del siglo XX hasta la actualidad (Sudeste Asiático, Argentina, Rusia, Estados Unidos, Europa, etc.)
producto de lo que se ha venido en denominar “globalización”.
De haber llevado Cervantes a sus personajes a entablar entonces desigual lucha a campo abierto
contra el sembrado de bulbos, no tengo dudas de que Sancho habría opinado que eran tulipanes, por
más que Don Quijote le advirtiese, mientras cargaba contra nadie, que podía adivinar tras de ellos a
nuestros actuales gigantes.
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