Military Review Edición Hispano-americana Marzo-Abril 2014 | Page 45
¿entrenamos para fracasar?
virtual son enteramente simbólicos y ajenos a toda
acción o procesos delictivos. Si bien un tanque
enemigo virtual es relativamente simplista, un
atacante suicida virtual o red de contrabando de
explosivos no lo es. La cuantificación trabaja con
balas mucho mejor que con el comportamiento
humano, especialmente, cuando interactúan
diferentes sociedades.36
La mayoría de los análisis o conclusiones que se
derivan de la unidad del Ejército sobre el sistema
virtual están totalmente fuera de contexto, aparte
de los aspectos cuantificables de las bajas y los
daños de equipo. El atacante suicida, ataca porque
decimos que lo hace. Lamentablemente, nuestras
fuerzas armadas tienen una fuerte preferencia en
cuanto a buscar la comprensión sobre la complejidad a través de medición, categorización y
reduccionismo donde las estadísticas descriptivas
triunfan sobre la explicación.37 Es por eso que
los sistemas virtuales resultan atractivos para las
fuerzas armadas y cómo se produce el simulacro
de entrenamiento doble sin que nos demos cuenta
de lo mismo.
En última instancia, es fácil rastrear
las estadísticas de ataque suicida,
pero difícil explicar las tendencias
emergentes y el fenómeno de por qué
el ambiente se está transformando
según lo observado.
Todas las sugerencias postuladas previamente
para las fuerzas de oposición también tienen
que ver con los sistemas virtuales, en que los
profesionales militares y contratistas, quienes
crean los escenarios virtuales, podrían adaptar
muchos de los conceptos no occidentales y, por
lo tanto, representar así el contexto simulado en
el sistema virtual. El conocimiento de sus propias preferencias institucionales y la facultad de
cambiar a enfoques, conceptos y metodologías
alternativos requerirán una crítica seguida por
el pensamiento creativo.38 Un elemento delictivo,
si bien presentado digitalmente, operaría con
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base en los motivos y decisiones ajenas a cómo
nuestro Ejército prefiere pensar y actuar. Esto
requeriría una extensa preparación mientras que
los delincuentes virtuales se mueven y actúan, la
información contextual apropiadamente alimentaría a la unidad del Ejército. Si bien las mediciones
en el sistema virtual seguirían siendo las mismas,
también sería, en gran medida, irrelevante para la
unidad del Ejército que busca una comprensión
más profunda de un ambiente complejo. En última
instancia, es fácil rastrear las estadísticas de ataque
suicida, pero difícil explicar las tendencias emergentes y el fenómeno de por qué el ambiente se
está transformando según lo observado.39
Desde que explotamos los sistemas virtuales
por su capacidad de generar las mediciones y
cuantificación descriptiva que alimenta nuestro
institucionalismo, a costa de habilitar nuestra
profunda comprensión, no necesitamos cambiar
el hardware de nuestros centros de capacitación
virtual. A fin de transformar nuestra estrategia de
entrenamiento del Ejército, nuevamente, se necesita cambiar nuestra filosofía de entrenamiento
y pensar, críticamente, sobre el simulacro que
producimos. En el mejor de los casos, los sistemas
virtuales siguen siendo un enfoque rentable y
rápido con limitaciones potencialmente peligrosas.
Si mantenemos un enfoque idéntico donde los
que crean el escenario virtual usan metodologías,
doctrina y conceptos exactos a los del Ejército,
seguiremos luchando contra nuestras propias
copias tanto en simulacros reales como virtuales.
Conclusiones: El cambio sistémico versus los
ajustes sistemáticos
No necesitamos empezar de nuevo. Todos
nuestros centros de entrenamiento, recursos y
muchos de nuestros productos de entrenamiento
actuales son flexibles y requieren un ajuste sistémico. Con el término “sistémico”, me refiero a que
la filosofía de entrenamiento general del Ejército
debe transformarse para rechazar los simulacros
de entrenamiento y adoptar la simulación donde
sea plausible.40 El cambiar la filosofía general,
genera una transformación sistémica a través
de todo el ambiente de entrenamiento. Esto es
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