Military Review Edición Hispano-americana Julio-Septiembre 2016 | Page 54

abarrotadas de camiones que transportan mercancía de decenas de fábricas, almacenes y talleres. Al salir del mercado Jamila, el distrito se torna progresivamente más arenoso y desolado mientras se expande al nordeste hasta la propia Ciudad Sadr. En la calle central de al-Thawra, hay interminables sectores de densas viviendas que alberga y donde crece una multitud de miles de jóvenes ociosos. A medida que la megaciudad crece, también crecen las ciudades miseria en sus desoladas periferias sin gobernar, la Ciudad Sadr aumenta sus propios barrios mucho más fétidos. Al final de la calle de al-Thawra, al borde nordeste de la Ciudad Sadr, un amplio canal de aguas residuales delinea la ciudad miseria en las extensas barriadas de Tariq y Hay al Muntader, apodadas por las tropas estadounidenses como «Squaretown» y «Triangletown», respectivamente. Estos precarios asentamientos que crecen a una velocidad viral, son el hogar de los más desfavorecidos, entre ellos muchos refugiados, desplazados por la guerra y por los combates en otras partes de Irak. La lucha diaria por la sobrevivencia ha convertido a los habitantes de las ciudades miseria en expertos en el análisis de riesgos y oportunidades. Los grupos de hombres armados que compiten por el poder sobre una población tan desesperada y oportunista suelen confiar en una estrategia común llamada «control competitivo». El control competitivo en una megaciudad En su libro titulado Out of the Mountains: The Coming Age of the Urban Guerrilla, David Kilcullen propuso una teoría de control competitivo para explicar las maneras en que un grupo armado no estatal intentará controlar una población del lugar9. El concepto es que los habitantes de una población buscarán un sistema previsible de normas que les diga con exactitud lo que pueden o no hacer, para sentirse seguros. La capacidad de imponer un marco conceptual previsible para la vida cotidiana, junto con la sensación de seguridad que el mismo engendra, sobrepasa todas las demás consideraciones en la determinación de a cuál grupo apoyará la población. Esta tendencia es especialmente marcada entre las poblaciones más vulnerables cuyas vidas están definidas por la incertidumbre, tal como los emigrantes rurales y los refugiados de la Ciudad Sadr10. 52 Los grupos armados, desde las pandillas callejeras hasta los gobiernos fantasmas como Hezbolá, intentan imponer tales sistemas de control en las poblaciones. Lo hacen a través de una combinación de incentivos vinculados a sanciones, para evitar que la población cambie de parecer, o los traicione. El número de factores — tanto de los incentivos como de las sanciones— que un grupo armado puede convincentemente desplegar comprende su espectro de control. Mientras más amplio sea el espectro de control del grupo, más duradero será su control de una población. El control competitivo en la Ciudad Sadr El movimiento del clérigo chiita Muqtada al Sadr buscaba imponer el más amplio espectro posible de control sobre los habitantes de la Ciudad Sadr—y, dicho sea de paso, tuvo bastante éxito al hacerlo. El espectro sadrista de control fue más allá de los grupos armados al incluir, de buena fe, la legitimidad religiosa. La legitimidad de la familia Sadr fue solidificada cuando sus integrantes permanecieron en Irak durante el régimen de Saddam Hussein, donde sufrieron y murieron al lado de los chiitas oprimidos. Durante décadas, la familia Sadr administró una red robusta y fiable de organizaciones, sin fines de lucro, a lo largo de las zonas chiitas de Irak, particularmente, entre las masas más empobrecidas. Cientos de miles de chiitas pobres llegaron a depender de los sadristas como su fuente de subsistencia principal. Esto no es para exagerar la generosidad de la red de los Sadr. Nadie salió de la pobreza: el desempleo continuó, la infraestructura se quedó sin reparar y la basura sin recoger. Sin embargo, en comparación con el gobierno abiertamente hostil y represivo de los Baaz, las iniciativas limitadas de los sadristas ganaron una gran lealtad entre la población de las ciudades miseria. El sentimiento expresado a un oficial estadounidense en 2004 fue, «aunque ustedes me pavimentaran la calle con oro, todavía seguiría a Muqtada al Sadr»11. Después de 2003, la creación del ejército al Mahdi (JAM) consolidó la parte coercitiva del espectro de control sadrista con cortes religiosas en donde se condenaban y castigaban severamente a las poblaciones que desafiaban la estructura de control. El JAM no se queda atrás cuando se trata de conflictos, combatieron repetidamente contra las fuerzas militares estadounidenses, Julio-Septiembre 2016  MILITARY REVIEW