Y mientras la Tierra no paraba de preguntarse qué iba a contarle. […]
¿Cómo iba a impresionar a la lunática que afectaba a su gravedad? A la que le dijeron que
era imposible tapar el Sol con un solo eclipse y demostró que no era verdad. Cuando lo
único genuino era que en la Tierra somos unos rebeldes a la hora de amar. Que toda la
vía láctea ya puede declararse en huelga que ese día iremos a trabajar, que no somos más
que un instante en este lugar.
Pero vivimos como si la eternidad no fuese más que una hora que todavía no ha cumplido
la mayoría de edad.
La Tierra podía contarle todo eso a la Luna, con algún que otro engaño, o simplemente
empezar la cita diciéndole…que era su cumpleaños.
César Brandon, “La Tierra y la Luna”. Las almas de Brandon