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Se acercaba el día de su decimoctavo cumpleaños. y la Tierra se encontraba acostada boca
hacia algún lugar del espacio, porque desde que vio a la Luna no dejó de provocarse
efectos mariposa en el estómago. A ver si así podía poner un poco en práctica la teoría
del caos y conocerla.
Pero la Luna era ordenada, meticulosa y apasionada de las cifras. Al principio no se fiaba
de alguien que había tardado solo cinco billones de años en pedirle salir a una chica.
Que tal vez su interés era superficial y solo le interesaban las vistas porque, se comentaba
que con ella, los polvos estelares se veían de maravilla.
Pero el día de la cita la Luna se esmeró buscando en el armario una fase... Preguntándose
si no era muy atrevido vestirse ese escotado cuarto menguante, si maquillarse o dejarse
ver los cráteres. Si darle una oportunidad a una chica después de haber saltado para la
humanidad y dado pasitos en falso para los hombres.