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Rosas rosadas y blancas, ramas verdes, corolas frescas y frescos ramos, Alegría! Nidos en los tibios árboles, huevos en los tibios nidos, dulzura, Alegría! El beso de esa muchacha rubia, y el de esa morena, y el de esa negra, Alegría! Y el vientre de esa pequeña de quince años, y sus brazos armoniosos, Alegría! Y el aliento de la selva virgen, y el de las vírgenes hembras, y las dulces rimas de la Aurora, Alegría, Alegría, Alegría!
Rubén Darío, “Aleluya”. Azul
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Eran Romeo y Julieta en la Australia de hoy.
-Escapemos – proponía él en sus encuentros furtivos -. Vayámonos a cualquier sitio.
Ella, paralizada por el dilema centenario, guardaba silencio.
Hasta que un día se cansó de vivir angustiada y aceptó.
Se citaron en la estación de trenes de Flinders Street.
Julieta se presentó con lo puesto, decidida a empezar de cero. Pero Romeo no apareció.
Rubén Abella, No habría sido igual sin la lluvia