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"Las células empiezan a invadir estos nichos del material, se van comiendo el material y lo van sustituyendo por otro que ellas tienen que fabricar. Si son células de hueso harán hueso y si son células de cartílago, harán cartílago. Nosotros lo que hacemos es aprovechar lo que hace la biología en la naturaleza, simplemente les damos a las células lo que ellas necesitan para desarrollarse", explica la ingeniera española, pionera en el uso de la impresión 3D. Sus resultados han abierto una nueva puerta en el ámbito de la medicina regenerativa, ofreciendo una nueva esperanza para pacientes que sufren de osteoporosis y otras patologías que afecten a este tipo de tejidos.

"Ahora mismo estamos haciendo pruebas mecánicas con los materiales para ver si podemos ponerlos en el cuerpo antes de que las células hayan hecho ya toda la reconstrucción o si tenemos que esperar a que las células lo hayan reconstruido para ponérselo al paciente", dice Cubo. La aplicación de la impresión 3D en medicina permitiría crear prótesis personalizadas, adaptadas a las necesidades y las tallas que necesitase el paciente. El escenario ideal es que el dispositivo impreso pudiera colocarse lo antes posible en el organismo, para que las células pudieran regenerar el tejido afectado in situ. Sin embargo, aún estamos lejos de esa posibilidad, ya que ingenieros como la española Nieves Cubo estudian si las células que inyectan podrían degradar las cuadrículas de policaprolactona. Evitar esta posibilidad es un objetivo prioritario para estos científicos.