Caer el cuchillo al abismo de las baldo-
sas. Decir “viajeros no queremos” a pe-
sar de su proverbial hospitalidad. Caer
los cuchillos, sentirla tan cerca, y preca-
verme contra viajeros inesperados. So-
bre el suelo de madera se clavan contor-
neando el pie.Suspirar estruendosamen-
te a cada contratiempo, a cada crisis, a
cada catarsis. Suspirar y declarar culpa-
bilidad ante el estallido de cualquier pla-
to, sin importar la distancia de seguridad
a la que te encuentres.
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