Hablar de oídas sin ni siquiera ha-
ber escuchado nada. Hablar y decir
cualquier cosa, por el mero deseo
de ser escuchado, incluso aplaudi-
do. No escuchar, no atender, no apre-
ciar más que la nimiedad propia y de
los hermanos circunstanciales. Ha-
blar e ir mudando la opinión, según
la conveniencia, el acomodo, el pe-
sebre (qué creíamos entonces tan
desagradable).
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