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Psicología del desarrollo humano: desde el nacimiento a la vejez
nera diferente, por lo que será natu-
ral que algunos jóvenes se marquen
unas metas que lleven implícito, para
su logro, el esfuerzo y aprendizaje en
un grado determinado, mientras que
otros se propondrán alcanzar metas
más modestas para las que no ten-
drán que explorar nuevos contextos
ni abordar nuevos aprendizajes para
su consecución.
En segundo lugar, es necesario
destacar el papel de la familia, ya que
esta constituye una influencia muy
importante en el desarrollo y adqui-
sición de la identidad y una fuente de
unión y seguridad. Una relación segu-
ra facilita la consecución del logro de
identidad. Además, este tipo de rela-
ciones suele facilitar la libre opinión
sobre las cosas, así como analizar y
compartir las decisiones. Si los vín-
culos son muy fuertes con los padres
pero estos no facilitan la libre deci-
sión y limitan la toma de decisiones
por parte del hijo, las posibilidades
de adquirir una identidad hipotecada
aumentan.
Quizás la tercera influencia más
notable la constituyen las escuelas
y los contextos culturales, puesto
que aportan al individuo numerosas
oportunidades para explorar entre los
iguales, pero también facilitan las re-
laciones con jóvenes más mayores y
con personas adultas. Este entramado
de relaciones facilita el conocimiento
y ayuda a resolver dudas esenciales
para la toma de las propias decisio-
nes. Compromisos como los vocacio-
nales, ideológicos, religiosos y otros
se van a ir forjando a medida que es-
tas relaciones vayan ganando mayo-
res niveles de calidad.
5. DESARROLLO SOCIAL EN
LA ADOLESCENCIA
La socialización es un proceso
que tiene lugar a partir de la interac-
ción entre el individuo y la sociedad,
mediante el cual el individuo adquie-
re, por medio del aprendizaje social,
unas pautas de comportamiento de
acuerdo a normas, unas costumbres
y una identidad cultural propia. El
joven desde su infancia se socializa
en sintonía al grupo social al que per-
tenece, con el que mantendrá unas
relaciones cada día más complejas
que, junto a la familia, le permitirá
adquirir su propia identidad social e
intelectual.
Cuando se habla de adolescencia
no podemos obviar que es una etapa
importante en el desarrollo del suje-
to, pero que no deja de formar parte
del proceso evolutivo en su conjunto
y que, por tanto, no podemos desligar
la adolescencia de la etapa anterior
de la infancia o de la posterior de la
adultez. Lo más probable es que los
aprendizajes adquiridos durante la in-
fancia, por el efecto de la influencia
familiar y social tengan una continui-
dad durante la adolescencia. De este
modo, es muy posible que aquellos
rasgos personales que caracterizaron
al niño, tales como la introversión,
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