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Psicología del desarrollo humano: desde el nacimiento a la vejez
sentirse el estado anímico. También,
como es natural, podemos encontrar
alrededor de estos momentos críticos
una reacción inversa por parte de al-
gunos jóvenes, por ejemplo, que el
momento en el que se producen los
cambios físicos sea favorable o que
el inicio de las relaciones hetero-
sexuales sea exitoso, teniendo en este
caso, no un descenso de la autoestima
sino un incremento de la misma.
4.4. La adquisición de la identidad
personal
Castells (1994) señala tres caracte-
rísticas cuando trata de definir el con-
cepto de identidad. En primer lugar,
habla de un proceso de transferencias
de un legado dinámico en relación
con los rasgos sociales, culturales y
familiares. En segundo lugar, desta-
ca el protagonismo activo del propio
sujeto en la construcción de su iden-
tidad, entendiendo que este no es un
mero receptor de atributos. En tercer
lugar, señala que el proceso no con-
cluye solo con una apropiación de las
características contextuales, sino que
lo hace después de dotar al individuo
de una particular visión de las cosas
importantes de la vida. La actuación
individual será, en consecuencia, la
expresión de sentimientos de acuerdo
a una particular forma de ordenar los
valores personales, y esta última será
la expresión de la identidad (García y
Goenechea, 2009).
La identidad es el logro más
importante de la personalidad ado-
lescente y un paso crucial en el ca-
mino para convertirse en un adulto
productivo y feliz (Erikson, 1980).
Se trata de definir los compromisos
individuales de todo tipo, tales como
la orientación sexual, la ideología, la
convicción religiosa o el posiciona-
miento personal en el contexto cultu-
ral. De esta manera, la identidad se
puede considerar como la concepción
estructurada del yo, que incluye los
valores, las creencias y los compro-
misos estables consigo mismo y con
la sociedad. Por otro lado, lograr la
identidad supone para el adolescente
la exploración del medio y la poste-
rior adquisición de un compromiso
sólido con los valores y metas que él
mismo elige.
El niño desde bien pequeño irá
acumulando los resultados psicoso-
ciales de su experiencia que se con-
vertirán en el germen de su identidad
adulta. Sin embargo, no será hasta la
adolescencia cuando estas caracterís-
ticas adquiridas en la niñez, mediante
un proceso de búsqueda de la reali-
dad, se transformarán en compromi-
sos estables de los distintos roles de
la vida diaria.
La mayoría de los investigadores,
de modo especial Erikson (1980),
agrupan a los jóvenes adolescentes
en cuatro grupos según el momento
en el que están en su trayectoria de
progreso hacia la consecución de la
identidad, pero estos progresos no los
afianzarán hasta la llegada de la edad
adulta.
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