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Relaciones sociales, familia, escuela y compañeros
mos al conocimiento de los otros (a
los que, al principio, nombramos “los
otros”); pero este conocimiento nos
aporta comprensión de las personas,
de sus sentimientos y acontecimien-
tos. En este momento estamos situa-
dos en un plan meramente cognitivo.
A partir de aquí, se desatan los afec-
tos, la empatía, la simpatía, el apre-
cio, el afecto y quizá hasta el amor.
Llegado este instante, habremos
pasado del plano meramente cog-
nitivo a otro quizá más importante:
el afectivo. Finalmente, los afectos
nos llevan al plano de la igualdad y
a la identificación; es decir, sentir los
“otros” como “nosotros”. Este es el
momento en que habremos consegui-
do la cohesión del grupo, de ser unos
individualmente a ser solo un agrupa-
miento. A través del respeto adquiri-
mos la madurez personal y social, pa-
sando del egoísmo a la cooperación,
a la solidaridad y a la convivencia.
5.2. Desarrollo de las relaciones
interpersonales
La interacción entre iguales evo-
luciona con la edad, presentando ca-
racterísticas diferenciales en función
de las etapas del desarrollo. En los
años preescolares, los niños invierten
mucho tiempo en actividades soli-
tarias o en juegos paralelos. Con la
edad, y de forma progresiva, las re-
laciones dejan de ser casi exclusiva-
mente diádicas para pasar a ser gru-
pales, planteando cada vez mayores
exigencias en competencia comuni-
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cativa y coordinación de intenciones
(Moreno y Cubero, 1990).
5.2.1. Evolución de las relaciones
interpersonales
Poco a poco, al avanzar los años
escolares, los niños dejan de conside-
rar a los otros como entidades físicas
para percibirlos como sujetos psico-
lógicos cada vez más conscientes de
que tienen ideas y puntos de vista
diferentes al propio. Este cambio en
la percepción de los iguales posibi-
lita el uso de estrategias de comuni-
cación e interacción más refinadas y
efectivas. Los amigos y las amigas
son más sensibles y están más aten-
tos a las claves sutiles de la comuni-
cación que el otro aporta, de forma
que la interacción está sincronizada,
es cooperativa, empática y afectiva
(Cubero y Moreno, 1990).
De este modo, en su Teoría inter-
personal de la psiquiatría Sullivan
(1953) propuso una progresión teó-
rica en el desarrollo de las amistades
en los niños, basada en la premisa
principal de que es a través de estas
relaciones íntimas entre compañeros
cuando los niños desarrollan la capa-
cidad de empatizar y simpatizar con
otros. El modelo de Sullivan tiene
cuatro fases principales. En la prime-
ra (aproximadamente de los 2 a los 5
años), el niño depende de los adultos
y no es capaz de mantener relaciones
con compañeros sin la intervención
de los mayores, limitándose a jugar
con cualquiera que esté cerca de él.