indiscreta
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A la mañana siguiente me levanté
decidida a ofrecerle algo de beber.
Llamé al timbre, no hubo respuesta.
Imágen: Daris G.
jamás había visto, contemplaba mi
lienzo apoyada en el muro de la
terraza. Era morena y su cabeza
estaba cubierta con rastas. Unos
ojos claros miraban curiosos la pintura y una tez pálida, aterciopelada,
parecía absorber todos los rayos
del sol por cada poro. Las piernas
empezaron a temblarme y una
sonrisa tonta se instaló en mi boca.
Quise saludar, darle la bienvenida
pero me bloqueé.
Una sonrisa
tonta se instaló
en mi boca
En un movimiento rápido saltó el
muro y se plantó frente a mí. Había
algo en ella que la volvía salvaje. Su
forma de desplaza