MAG MAYO-JUNIO 2016 | Page 77

Hasta hace unos cinco o seis años, no era frecuente encontrar aceptación acerca del uso o desarrollo de tecnologías relacionadas con el aprovechamiento del Sol por parte del Estado. Incluso, la Energía Solar, o su uso posible, no se consideraban parte de la matriz energética del país. Bajo la mirada de la Capital Nacional, al referenciarse básicamente en el SIC (Sistema Interconectado Central) alimentado en buena parte por centrales hidroeléctricas y de bajo costo de producción, la energía solar quedaba relegada y sus tecnologías eran consideradas aún “inmaduras”, dificultándose encontrar apoyo para desarrollos relacionados con las tecnologías asociadas en nuestras nortinas regiones.

El principal escollo era el precio del MWh generado por las distintas fuentes.

En lo personal, me he sentido interesado por el uso de la Energía Solar desde al menos, unos 20 años, ocasión en la que el Profesor Doctor Wilfredo Jiménez W., me invitó gentilmente a un Seminario Nacional de Energía Solar y Eólica. Siendo estudiante aún, entendí la relevancia de aprovechar al Sol como una fuente renovable y limpia.

Siendo la Región de Antofagasta la zona con la mayor radiación solar del mundo (Radiación Global Horizontal sobre los 7 kWh por metro cuadrado por día, promedio anual), solo hasta hace poco tiempo se ha desarrollado un interés público por su aprovechamiento, promoviendo la instalación de grandes parques solares en el Norte Grande, traccionados mayormente por las grandes empresas mineras y ejecutados principalmente por empresas extranjeras.