MAG MARZO 2016 | Page 80

Memorias

Justo ese día, luego de una fuerte discusión le tire las llaves del auto por la cabeza y me fui a la calle. Camine y camine... Camine por lugares que ni recuerdo.

Después de varias horas decidí pasar a comprar algo rico, un pastel o un kuchen para hacer las paces. Nuevamente ceder, y como siempre darle el favor a pesar de que yo tenía la razón y estaba segura que él no cambiaría; volvería a tratarme mal.

Camino a mi casa frente al supermercado hay una boutique y decidí hacerme un "cariñito ", compre un par de cosas que me encantaron, un vestido blanco con encaje en forma de girasoles y un enterito de color rosado con gris, los colores favoritos de mi chanchi, la menor de mis tres hijos.

Salí a tomar un taxi, en plena avenida Bilbao... Llevaba la bolsa de dulces, la de la boutique y una cartera no muy grande, de tirantes cortos,

me quedaba justo debajo del brazo y combinaba perfecto con mis zapatos tipo

reina y los jeans de calce ajustado que llevaba puestos. No pasaron más de 30 segundos cuando siento un tirón en la cartera y en las bolsas... Dos imbéciles, lanzas de aproximadamente 17 y 18 años corrieron a toda velocidad con mis cosas! Sentí tanta rabia... Pero nació de inmediato en mí la necesidad de seguirlos a como diera lugar. Crucé la avenida y sentí como mis zapatos se hundían en la tierra del bandejón central, de un impulso lance hacia atrás los tacos y seguí con los pies descalzos... Mientras corría escuche que desde un vehículo me gritan "por ahí" "por ahí van"... Seguí en esa dirección corriendo... Aún no sé de dónde saqué tanta energía, mi mayor deporte es con los pulgares en mi celular. Corría y corría de una manera desesperada. Sentí que el corazón se me saldría por la boca, o no sé si se me partiría el pecho por la mitad

Era 08 de marzo y celebraban el día de la mujer. Se escuchaban aplausos en diferentes lugares a mi alrededor; caminaban por la avenida varones con rosas en mano para agasajar a sus madres, esposas, compañeras de trabajo y amigas; disfrutaban con verlas sonreír de emoción. Sin embargo para mí significaba meses de mantener esta relación tormentosa, que me dañaba lentamente... Pero era lo habitual, lo normal.

Dy Molina