MAG MARZO 2016 | Page 62

Y, si los representantes son –como se dicen—“servidores públicos”, deberían tener sueldo normal de empleados públicos, sin garantías especiales.

Lo que mejor sabemos hacer es tecnología

La tribu resolvía problemas de nivel de la tribu. Más adelante cuando se creó el Estado-Nación, se resolvieron problemas a ese nivel mayor pero aún restringido y local. El mundo cambió, hoy muchos problemas exceden lo que una tribu o un país pueden hacer. Algunos problemas son planetarios, tal como el terrorismo y el narcotráfico. Las formas de organización social eran adecuadas a la época; hoy, las antiguas fórmulas se estrellan contra muros de complejidad. Como alguien dijo, “nuestro problema es que intentamos resolver los problemas de hoy con las herramientas de ayer”.

En este contexto podemos recurrir a lo que mejor sabemos hacer: la tecnología. Vivimos una época fascinante, donde la tecnología está haciendo posible lo que algún día soñó la magia. Tenemos robots en Marte, inteligencia artificial, nanotecnología, drones, impresión 3D y un largo etcétera.

La tecnología es siempre un habilitador de cambios. La innovación en la forma de hacer política bien podría apalancarse en ella. La Tercera Plataforma Digital –aplicaciones en la nube, redes sociales, tecnologías móviles y “big data”—permitirían establecer un gobierno digital interconectado. Cada RUT, provisto de la firma digital apropiada, podría ejercer su derecho a elegir y a remover sus representantes desde un dispositivo digital. En un futuro cercano tendremos nuevas olas de tecnología que harían más fácil y segura aún la interconexión. Volveremos a la tribu, pero a la digital.

Esto supone algunos requisitos previos: (a) la transparencia. La información debiera estar en línea, disponible para todos, (b) la creencia de que las personas pueden ejercer responsablemente su derecho a decidir, como personas, no como masa, (c) la razón sobre la fuerza, la verdad de la ciencia y el conocimiento técnico por sobre las ideologías.

Sintonizados con las preocupaciones de los representados, tal vez algún día los representantes establezcan acuerdos con compañías tecnológicas de clase mundial para crear un Sillicon Valley en el desierto, plataformas logísticas en torno a los puertos, “clusters” sostenibles donde los desechos de una empresa sean las entradas para otras, convertir el inglés en la segunda lengua y tantas otras ideas que se conversan en cafés o en los pasillos de nuestras universidades pero que no forman parte de la agenda de nuestros representantes.

John Lennon diría: “Puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único”. Pero no se trata de soñar. Se trata de darse cuenta que el mundo cambió. Y así como las empresas necesitan adaptarse a la complejidad (¡renovarse o morir!), también la forma de hacer política necesita renovarse a los nuevos tiempos. Este fue solo un experimento mental. Ojalá que algún día sea realidad.

Por Rodolfo Torres-Rabello. MBA

Ways to make your

Innovation a blast

"La Academia y los Negocios debieran darse la mano más a menudo"