MAG MARZO 2016 | Page 24

Éxito y Emprendimiento

Primero tendríamos que preguntarnos qué es el éxito, para cada uno será algo distinto: a la mujer le hicieron creer durante mucho tiempo que su éxito era ser fiel esposa y madre, y si no conseguía el objetivo, se sentía fracasada, gastando toda su energía en conquistar a un hombre primero y en tener después descendencia con él. Posteriormente, cuando la Revolución Industrial, al final de la Primera Guerra Mundial queda diezmada de hombres, se incorpora a la mujer al trabajo. Una necesidad social nos empujó a la fábrica marcada desde un inicio con explotación y sueldos menores. Sin embargo, eso nos abrió, quizás a pesar nuestro, la puerta a la libertad económica. No puede una independizarse fácilmente del que le da de comer, pensar diferente. Según avanzaban los siglos, ser exitosa llegó a consistir en tener un trabajo remunerado y si podías, sostener también una familia.

Después vino el sufragio femenino y la mujer tuvo acceso al poder. En realidad, una gran amiga socióloga dice que la pregunta no sería cuándo llegó la mujer al poder, sino cuándo lo perdió, puesto que hubo en varias épocas de la historia mujeres de gran poder e influencia política, una de las más conocidas es Cleopatra. Ella renunció muchas veces al poder por amor: a su esposo o a sus hijos.

Cuando las mujeres ejercen el poder, o llegan a atesorar grandes fortunas, muchas veces lo hacen al estilo del liderazgo masculino. Véase los ejemplos de Tatcher o Merkel ¿hablamos de ese éxito? ¿De un éxito que borre las diferencias radicales hombre mujer? Se trata de otra cosa.

Quizás el éxito para la mujer no deba venir de afuera, de un mandato diseñado por hombres: ya saben, un hombre exitoso es aquel que ostenta poder y dinero, y una mujer bella a su lado es un bonito ornamento, como si fuera uno más de sus atributos. Quizás el éxito se alcance en la realización de los propios deseos, averigüemos qué queremos, más allá de lo que la Sociedad, de ideología predominantemente masculina, nos intente imbuir.

La mujer es diferente del hombre. Las revoluciones masculinas: socialismo, cristianismo, comunismo, fracasaron: el mundo está en guerra permanente, la pobreza, el hambre, las epidemias, asolan el planeta, en su capitalismo salvaje, en su ansia de atesoramiento sin límites, el hombre masculino ha fallado en la distribución de la riqueza, dejando morir de hambre a la mitad del mundo, la producción desmedida y sin control ha contaminado el aire que respiramos, el agua que bebemos produciendo enfermedades como el cáncer, la infertilidad, etc. Estamos destruyendo el planeta que nos aloja.

Está aún pendiente la revolución femenina. Ella piensa diferente del hombre, tiene una ideología diferente, su liderazgo ha de ser diferente. En Islandia tenemos el ejemplo de un liderazgo femenino. En plena crisis económica generada por un gobierno de varones que querían conseguir riqueza para unos pocos y de manera rápida, asume el poder un partido cuya presidencia y vicepresidencia está ocupada por mujeres, cinco de sus nueve ministros son mujeres. Actualmente Islandia ha salido de la crisis. Una de las claves: no nos interesa el enriquecimiento rápido y de unos pocos, sino una riqueza moderada y sostenida para todos. Otra de las claves de este liderazgo femenino: el arte. En un país donde los músicos son tan abundantes como los árboles, la música se ha convertido, con este gobierno, en una de las fuentes de ingresos más importantes, superando incluso la pesca o la explotación del aluminio. La creación es un atributo femenino, aunque lo ejerza un hombre.

Concluyamos: una mujer exitosa es aquella que con trabajo y con otros, entre otras mujeres y hombres, construye su propio deseo, que nunca es lo que el hombre le reclama. El archinombrado “techo de cristal” por el cual las mujeres tienen coartado el acceso a posiciones de poder en la universidad, en la sanidad, en las empresas, en los gobiernos, etc., no es solo un obstáculo externo impuesto por una sociedad masculina, sino que también están los propios prejuicios de la mujer obstaculizando el ascenso. Por eso es tan necesario y tan benéfico el psicoanálisis, para que podamos reconocer y trabajar para nuestro deseo.

Dra. Alejandra Menassa

www.alejandramenassa.com

¿Queremos ser mujeres

de éxito?