MAG JULIO-AGOSTO 2016 MAG JULIO-AGOSTO 2016 | Page 89

¿Cómo le ha ido, cómo van las notas? Su comportamiento ¿es el correcto?

Ella respiro profundamente y luego de exhalar de manera lenta y pausada, me miró de una forma en la que uno intuye no serán buenas noticias. Mamita, dijo, las notas están bien, su comportamiento es normal para un niño de su edad, se desarrolla sin inconveniente… la que me preocupa es usted.

Guardé silencio unos segundos sin saber qué decir

- “Creo que trabaja demasiado…” dijo.

Después de un suspiro y sentirme más aliviada respondí:

- Sí profesora lo sé, pero estoy bien, no se preocupe.

Ella me miró con tristeza en sus ojos y dijo:

- Es eso justamente lo que me preocupa, que aún no logra ver lo que está pasando

En ese momento, yo no entendía nada. No lograba entender que era lo que me quería decir.

-El día de hoy, dijo, leímos el cuento LOS OJOS DE MI MADRE, los niños disfrutaron mucho de la actividad, al finalizar todos debían colorear el dibujo que estaba en la contratapa del cuento. No era cualquier dibujo, eran unos grandes ojos, y cada uno de ellos debía pintarlos pero con el color de ojos de sus madres. Su hijo pinto los ojos de color negro!!!

Me detendré unas líneas aquí. Para el general de quienes puedan leer esta historia no tiene mayor relevancia esto, para mí era algo imposible, mis ojos son de color VERDE, no lo podía creer... Debía tener una explicación!

De camino a casa, busqué infinitas formas de justificar lo sucedido. Me expliqué a misma que debía ser un error y que muy probablemente mi hijo solo estaba distraído en clases y que lo tomó como un juego u obligación.

Llegué a mi casa, y antes que mi hijo se acercara, me cubrí los ojos con una mano y le pregunté:

-Mi amor, de qué color tengo los ojos?.

-Sácate la mano para verlos, decía, no sé de qué color son.

-pero hijo trata de recordar, de qué color son mis ojos?

-mmmm…. Café? No, no, negros! No, no, ya sé, morados!...

Tuve que contener el llanto, a pesar de que mis ojos se llenaban de lágrimas ¡mi hijo no me conocía! El no me veía, estaba tan preocupada de ser una buena proveedora que había olvidado lo esencial, estar con ellos.

Al descubrirme la cara y mirarlo de frente, no dejaba de mirarme y exclamó:

-waaaaauuuu

-Mamá qué lindo tus ojos oooooh y son verdes!!!

Lo abracé tan fuerte, que tuvo que pedirme que lo soltara... Nada en mi vida siguió igual. Eso marcó un antes y un después, nunca volví a mirar de la misma forma. Para mí ya no es importante renovar el auto, vivir en un lugar más grande o comprar lo último que está de moda. Desde ese día, busqué la forma de tener más tiempo para mí familia y cada vez que les digo el profundo amor que siento por cada uno de ellos procuro hacer mirándoles a los ojos.

por Dy Molina