MAG JULIO-AGOSTO 2016 MAG JULIO-AGOSTO 2016 | Page 40

subí al campamento base a 4.700 metros, acompañando a mi mochila un Libro autobiográfico de León Tolstoi, donde “Olenin” es un joven urbano de Moscú, que hastiado de “civilización” decide escapar de la vida citadina para servir como cadete en el ejército ruso de frontera con Turquía, hacia el Cáucaso, donde no solamente conoce a los sorprendentes Cosacos, capaces de defender el territorio colindante de los chechenos, sino que también a Tolstoi le extasió el poder y fuerza de la naturaleza y sus MONTAÑAS.

Así como Verdi está en el alma musical y nacional italiana; Mistral en la poesía chilena; Gardel en el sentimiento trágico del tango en Argentina, y Victor Hugo en la Libertad Francesa, en la formación de la identidad Rusa Tolstoi ES un descriptor de su esencia, y que como Homero, Shakespeare o Cervantes, trascienden la geografía nacional para profetizar sobre lo que ha de venir para el ser humano.

En mi caso, como profesor, jurista y hombre público, las montañas son el palco ideal para apreciar el Futuro, y si además le damos como teatro al Desierto de Atacama, con su misteriosa geografía, apreciamos la confluencia de múltiples PODERES Y FUERZAS: El Poder de las profundidades con sus fosas marinas; El Poder de las Montañas con su cadena de grandes volcanes; El Poder del Universo que a vista limpia nos muestra la Nube de Magallanes, y que con sus Radiotelescopios y Observatorios permite ir descubriendo a qué grandeza magnífica nos exponemos; El Poder de los recursos minerales con las mayores reservas de Cobre, Yodo, Litio; El poder del Sol, con un potencial energético que ya comienza a ser visión de liderazgo nacional y global.

Pero AUN MAS IMPORTANTE, es el PODER DE LAS PERSONAS, quienes han sido capaces de impulsar la grandeza de un país llamado Chile, y la posición en el mundo del Desierto de Atacama, a través del ejercicio de esa verdadera soberanía residente en La Nación, y que no es otra que la identidad y sentido de pertenencia de la población a un destino histórico.

Es así como la soberanía productiva es aquella que impulsaron empresarios como Santos Ossa, Maximo Villaflor, Antonio Matta, Pedro León Gallo, Eduardo Orchard, Eulogio Gordo, Humberto Urdangarín, y por cierto quienes impulsaron el Gran Mineral de Chuquicamata o los desarrollos costeros de Tocopilla y Taltal.

Una Soberanía Cultural es aquella que promovieron Gerardo Claps, Andrés Sabella, Adriana Zuanic, Lily Garafulic o actualmente Hernán Rivera Letelier en FILZIC (Feria del Libro), Hernán Lattus en los encuentros de Teatro del Zicosur, o los grandes muralistas con sus obras en la casa Gibbs o el Teatro Municipal.

Una soberanía social es la de múltiples líderes con nombres a veces anónimos y otros con trascendencia por el impacto de la contaminación, el abandono de niños o bien la promoción del deporte costero.

En cuanto a la soberanía en las relaciones laborales, ha sido ganada en las grandes luchas, pero también en la contemporánea visión sobre la dignidad de la persona humana y la seguridad en el trabajo como fundamento anterior a la renta o productividad.

Es por eso que, desde un espacio privilegiado como es el Norte de Chile, se puede reflexionar tanto sobre la edad del universo -los astrónomos de Chajnantor o Paranal- , como también sobre las normas que mejor protejan los recursos como

REFLEXION DESDE LAS MONTAÑAS Y EL DESIERTO

A LAS REFORMAS DE UN PAÍS

una mirada pais y regionalista