MAG JULIO-AGOSTO 2016 MAG JULIO-AGOSTO 2016 | Page 32

“En vez de maldecir los desastres por el impacto que producen en la sociedad, debiera ser más correcto maldecir la sociedad por el escaso impacto que tiene sobre los desastres.”

Esta forma de accionar no es nueva, está desde el comienzo y es propia del planeta. Queramos o no, el hombre no puede impedir que estos hechos ocurran, es más, gran cantidad de ellos ocurren a diario, por ejemplo, terremotos en lugares remotos, que si no afectan al hombre, sus bienes e instalaciones, pasan como simples eventos, alguno de los cuales la ciencia actual monitorea y registra debidamente. De tal manera, en el pasado, presente y futuro, la humanidad ha compartido y compartirá su vida con estas portentosas descargas de energías. En consecuencia, si así habrá de ser, lo conveniente será buscar la forma de vivir en armonía y equilibrio con estas fuerzas, del mismo modo que se ha necesitado y buscado la estabilidad medioambiental en los ecosistemas. on orgullo que jamás había puesto pie en un centro comercial. Sin embargo, luego de instalado en la presidencia, no solo mantuvo el sistema económico de libre mercado de Chile, sino que lo profundizó, celebrando acuerdos de libre comercio con un gran número de países. Al mismo tiempo, su gobierno elevó los impuestos, aumentó el gasto social y fortaleció la negociación colectiva a través de un acuerdo con los sindicatos. Su liderazgo fue el del zorro en su mejor expresión.

Vivir en armonía con las fuerzas extremas de la Tierra, hace necesario conocer las leyes que la gobiernan, magnitud de éstas y el impacto y consecuencias que provocarán. Hace imprescindible cambiar la idea tan enraizada de oponerse por la de dejar fluir, siempre más ventajosa y segura. Será siempre más favorable incorporar estos fenómenos como parte inevitable del plan de vida que desconocerlos y eliminarlos. Los eventos naturales constituyen una realidad medioambiental que ha sido soslayada sistemáticamente debido a diversas causas, la mayoría equivocadas que han costado enormes sufrimientos y pérdidas, como se puede apreciar hoy en día con tanta devastación ocurrida en los recientes terremotos, tsunamis y huracanes, por citar algunos eventos.

Este nuevo estilo, de crecer y desarrollarse en equilibrio con los eventos naturales potencialmente desastrosos constituye el nuevo paradigma denominado el “desarrollo riesgo sustentable”.

Por ejemplo, un proyecto riesgo sustentable, debería considerar todos los fenómenos naturales que importen pérdidas, daños e interrupciones severas. Lo que implica preparar una estrategia que permita asentarse en forma segura, para el menor riesgo posible. Pero si las exigencias propias de los sistemas económicos altamente competitivos de hoy, que se saben crecientes en este sentido, lleva a ocupar terrenos y zonas propensas a ser impactadas por peligros naturales, esta estrategia debe tener repuestas apropiadas para permanecer en pie y recuperarse.