MAG #8 La Tercera Plataforma | Page 50

El concepto del valor compartido –que se enfoca en las conexiones entre el progreso económico y el de la sociedad– tiene el poder de detonar la próxima oleada de crecimiento global.

Nuestra civilización industrial está en una encrucijada. El petróleo y los demás combustibles fósiles que definieron el modo de vida industrial han entrado en declive, y las tecnologías construidas y alimentadas con esas fuentes de energía son anticuadas. Toda la infraestructura industrial erigida sobre los combustibles fósiles está envejecida y deteriorada. Como resultado de ello, el desempleo está aumentando en todo el mundo hasta llegar a niveles peligrosos. Los gobiernos, las empresas y los consumidores están asfixiados por las deudas y los niveles de vida caen en picada en todas partes. Los seres humanos que afrontan una situación de hambre y desnutrición han alcanzado ya la cifra récord de los mil millones (casi una séptima parte de la humanidad). En el siglo XIX, la tecnología de la imprenta a vapor se convirtió en el medio de comunicación que permitió gestionar la estructura de los trenes a vapor y los incipientes mercados nacionales de la Primera Revolución Industrial. En el siglo XX, las comunicaciones eléctricas –primero el teléfono y, posteriormente, la radio y la televisión– se convirtieron en el medio de comunicación para gestionar y comercializar la era de los automóviles con motor de gasolina y la cultura de consumo de masas de la Segunda revolución industrial. A mediados de la década de 1990, me di cuenta de que se avecinaba una nueva convergencia entre comunicación y energía. Internet y las energías renovables estaban a punto de fusionarse para crear una poderosa nueva infraestructura para una Tercera Revolución Industrial (TRI) que cambiaría el mundo. (Jeremy Rifkin, “La Tercera Revolución Industrial”)

“Las empresas se están dando cuenta poco a poco que sus soluciones deben ser sustentables y no pueden sacrificar el largo plazo con tal de obtener beneficios inmediatos. En Chile, el mercado está cambiando y las empresas recién están incorporando aspectos de sustentabilidad en sus modelos de negocios. Algunas lo han hecho por la presión social y otras por definición estratégica, mientras que un tercer grupo mantiene sus estrategias tradicionales sin darse cuenta del fenómeno mundial que se les viene encima. La gestión en sustentabllidad es exitosa cuando las empresas identifican los impactos de sus procesos y se relacionan armónicamente con los lugares y la sociedad donde se emplazan. El sector productivo no sólo debe cumplir las leyes, sino que tiene que velar porque sus impactos estén en armonía con las capacidades de los ecosistemas involucrados y preocuparse que estos efectos sean aceptables por las comunidades de su entorno. Para eso es clave la comunicación, para entender mejor los intereses de la sociedad y generar confianzas; la innovación, de manera de entregar soluciones viables; y la educación, para que las sociedades tomen mejores decisiones, en línea con sus propios intereses.” (Alejandro Valenzuela Zañartu, Gerente de Riesgos de Brenntag para América Latina).