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En la bella Florencia – Italia, se mantiene abierto al público un viejo palacio, “El Bargello”, construido en 1251 y que fue sede del PODESTÁ, quién era un magistrado elegido como representante del pueblo y la más alta autoridad de la República. El mandato de cada PODESTÁ, duraba sólo un año, esto era para evitar que se involucrara demasiado en el conocimiento de los asuntos y negocios privados; de esta manera no se favorecía la corrupción y la ley se podía aplicar rígidamente.

Qué notable conocimiento florentino del alma humana, dispuesta normalmente a la codicia, la acumulación y el beneficio de unos pocos sobre los muchos. Por el camino rápido del poder, se obtienen beneficios y prebendas, que en el largo y angosto sendero de la rectitud, resultan muy difíciles, sino imposibles de alcanzar. Años después el economista TURGOT dirá que: “La gente escrupulosa no es adecuada para llevar a cabo grandes negocios”.

Es así que el problema de la corrupción, el tráfico de influencias, y el privilegio de los intereses personales o de grupo por sobre los colectivos, es una preocupación que nos acompaña desde antiguo. Consiguientemente, nuestro sistema institucional y de toma de decisiones, necesita límites al poder, reconociendo esta tendencia al contubernio político, y a la “fruta prohibida” de los beneficios obtenidos para el interés privado sobre la base del acceso al poder público.

Necesitamos auto regulación, pero también control institucional eficaz de las Contralorías; Fiscalías penales o económicas; Superintendencias; Tribunales tributarios, ambientales, o penales. Requerimos una cultura cívica que reconociendo la naturaleza humana, fije límites a la reelección de autoridades: Una vez y suficiente. Las reelecciones indefinidas de Alcaldes; Parlamentarios, o bien el “vacío” de me elijen ahora, pasa un período y “vuelvo con los míos a la presidencia…”

Atrás de los escándalos de adjudicación de contratos de Petrobrás en Brasil; la denuncia del fallecido fiscal Nisman por los contratos petroleros argentino-iraníes, y el encubrimiento al atentado contra el centro judío AMNIA que dejó 83 fallecidos; de la Red Gürtel en España sobre adjudicaciones de contratos o bien de los negocios del yerno del Rey emérito; detrás de PENTA, CAVAL o SQM, encontramos el mismo comportamiento, negocios inescrupulosos develados, que como “burreros” en la frontera, esconden el paso de otros grandes envíos de tráfico de influencias que desconocemos en su magnitud.

Todavía la Ley de responsabilidad de personas jurídicas que sanciona la corrupción en Chile, es letra muerta. En nuestro largo y angosto país, necesitamos con urgencia un PACTO PRO-TRANSPARENCIA, que nos permita un cambio de prácticas. No basta la teoría del empate de gobierno y oposición, se necesita un compromiso del sector privado y también de la sociedad civil, que facilite consolidar una democracia confiable.

Por Daniel Guevara C.

¿PODESTÁ EN SIGLO xxi?

BUENAS PRÁCTICAS EMPRESA-ESTADO

Daniel Guevara, es Licenciado en Ciencias Jurídicas, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. MBA Universidad de Chile. PhD Universidad de Lérida Postgrado Investment Apprasial, Queen´s University, Canada. Diplomado en Derechos Mineros Universidad de Antofagasta.