[ CULTURETA ]
que es cierto que a mediados de
los años ’70 hubo otras voces
como las de Adrienne Rich, Jane
Lazarre o Dorothy Weinstein que
abordaron la maternidad desde
otra perspectiva, pero aún así
hoy en día lo que vemos es esa
relación tensa entre una parte
significativa de los feminismos y
la maternidad.
AC: ¿Es más necesario entonces
hoy que nunca lo que propo-
nes en el título de tu libro, “una
mirada feminista a la materni-
dad”?
EV: Claro. Por eso digo que es
necesario rescatar a la mater-
nidad del modelo impuesto por
el patriarcado. Porque si al final
aceptamos la maternidad pa-
triarcal como la única posible,
al final nos quedamos huérfanas
de referentes. Es necesario re-
pensar la maternidad desde una
óptica feminista y emancipado-
ra, señalando que la maternidad
patriarcal no es la única posible,
que hay otras maneras de vivir la
experiencia materna.
definitiva nuestras prácticas ma-
ternas están muy delimitadas
por el modelo de sociedad y por
las restricciones socioeconómi-
cas con las que convivimos.
“La maternidad
carga con el
estigma del
patriarcado”
AC: La tensión surgida en los
años ’60 y ’70 entre maternidad
y feminismo que comentas me
recuerda siempre a una reflexión de Gloria Steinem,
que fue una de esas líderes feministas que negó la
maternidad, pero que, años más tarde, en su auto-
biografía, escribía aquello de “algunas de nosotras
nos acabamos convirtiendo en los hombres con los
que queríamos casarnos”. ¿No tienes la sensación
de que muchas veces, en la búsqueda absoluta de la
igualdad, se lleva el concepto al paroxismo negando
la capacidad de la mujer para dar vida y alimentar?
EV: El problema es que unas prácticas tan imprescin-
dibles para la reproducción humana como gestar, pa-
rir, lactar o cuidar han sido relegadas a los márgenes.
La tarea desde una perspectiva feminista es poner en
valor estos procesos y señalar que son responsabi-
lidad de las mujeres, pero también de los hombres.
Por lo tanto, lo que se debería hacer también es ma-
ternizar la paternidad, dejar claro que el trabajo de
cuidados es responsabilidad de todos y que también
hay una responsabilidad política y social, porque en
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mama
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AC: Vienes a decir que si el fe-
minismo da la espalda a la ma-
ternidad, este se queda sin di-
ques de defensa. El reto para el
feminismo, dices, no es dar la
espalda a la maternidad, sino un
poco recoger las reflexiones de
Adrienne Rich y diferenciar en-
tre la maternidad como institu-
ción patriarcal y la maternidad
como experiencia personal. La
primera debe ser eliminada y la
segunda liberada, escribes. ¿Es-
tamos aún lejos de eso?
EV: Las reflexiones de Adrien-
ne Rich nos ayudan a distinguir
entre esas dos maternidades.
Cuando se asocia la materni-
dad a un yugo, a una losa para
la autonomía y el desarrollo de
la mujer, el problema no es tanto
la maternidad en sí como el ca-
rácter que se le ha dado desde
el patriarcado, por eso es preci-
so romper con este modelo. Sin
embargo, una de las grandes di-
ficultades que tenemos es que
hoy la sociedad es hostil a la ma-
ternidad y lo que implica su ejercicio. Es una sociedad
que da la espalda a un parto respetado, a la lactancia
materna, a los cuidados en la primera infancia… De
ahí que aún quede mucho camino por recorrer. Re-
plantearnos otra maternidad, otras prácticas, implica
necesariamente repensar el modelo social y el mo-
delo de reproducción social actual. Y también dejar
de individualizar estas prácticas maternas. Al final la
maternidad no es tanto una cuestión individual como
de contexto y entorno social.
AC: En ese sentido hablas de reconocer la materni-
dad “en clave emancipadora y de experiencia que
merece la pena ser vivida”. Sin embargo, muchas
veces se señala a las madres que deciden libremente
parar durante un tiempo sus vidas para ejercer como
tales. ¿Por qué está tan mal vista esta decisión?
EV: Hay un sector del feminismo que asocia libertad
a ocupación, que cree que el desarrollo personal y la