[ SANA-MENTE ]
C
omo explica Enrique
Javier de Los Fayos
Ruiz, profesor de la
Facultad de Psicolo-
gía de la Universidad
de Murcia en el artículo Burnout
en niños y adolescentes: un nue-
vo síndrome en psicopatología
infantil, publicado en 1995 en la
revista Psicothema, Freudenber-
ger instauró el concepto burnout
“para referirse a un estado psi-
cológico según el cual un indi-
viduo que lo padeciese sentiría
una gran sensación de fracaso
y agotamiento o sentimiento de
cansancio absoluto (sentirse ex-
hausto). Toda esta sintomatolo-
gía aparece como consecuencia
de unas excesivas demandas de
energía, «fuerza espiritual» o re-
cursos personales por parte del
trabajo que desarrolla”.
Y es que, en sus inicios y toda-
vía hoy, el burnout fue un con-
cepto muy asociado al ámbito
laboral. Un síndrome que ponía
nombre científico al coloquial
“estar quemado” y que, según
De los Fayos Ruiz, se caracteriza
por síntomas como “abatimien-
to, desorganización personal,
desgana hacia el trabajo, niveles
altos de ansiedad” y un distan-
ciamiento personal que afecta
también a compañeros de traba-
jo y a la propia familia: “Es un de-
terioro personal que va calando
en forma de lluvia en todos los
contextos en los que se desen-
vuelve el afectado”.
Sin embargo, hoy el concepto
de burnout también engloba ám-
bitos ajenos al laboral. Y también
afecta a los niños, aunque su
diagnóstico sea más dificultoso
por la forma en que éstos enmas-
caran, sin intención alguna, sus
síntomas. “La propia dinámica de
actividad de los niños enmasca-
ra el burnout. Los niños, al final,
suelen ser personas muy activas,
que juegan, que se relacionan,
todo lo contrario de lo que se
espera de un adulto quemado”,
sostiene el experto, que apunta
que en los niños, ese “estar que-
mado”, puede apreciarse en sín-
tomas como la hiperactividad o
la agresividad. de los casos hablaríamos de un
porcentaje de entre el 10 y el 12
por ciento de la población”.
Pocos datos “Lo que resulta lamentable es
que dicho fenómeno se ocasione
en contextos en principio bené-
volos para el niño: el educativo
y el deportivo”, sostiene Enrique
Javier de Los Fayos Ruiz en su
artículo.
Circulan artículos por la red que
hablan de tasas de burnout de
entre el 30% y el 40%. Nada más
lejos de la realidad porque como
apunta el profesor de la Univer-
sidad de Murcia, en ese caso es-
taríamos hablando de “una pan-
demia”.
Para De los Fayos Ruiz, este
baile de cifras erróneo se debe
a dos motivos. Por un lado, a la
confusión existente entre depre-
sión y burnout. Por otro a que se
toma una de las fases del síndro-
me, la inicial, la de agotamiento
emocional, por el todo. Sin em-
bargo, tras esa primera fase hay
otras dos: “La segunda, muy dura,
es la de la despersonalización, es
decir, la de distanciamiento emo-
cional, de necesitar estar solo. Y
finalmente hay una tercera fase
de reducida realización personal.
Los que llegan a este nivel, que
es lo que conocemos como bur-
nout, son los menos. En el peor
En el caso de los niños las ci-
fras son similares, “porque al final
el burnout no deja de ser senti-
mientos que se disparan por un
elemento subjetivo, la presión”,
y varían precisamente en función
de la presión a la que son some-
tidos los niños y de la capacidad
que tienen éstos para gestionar-
la.
“Quemados” en la escuela…
No en vano, el psicólogo nor-
teamericano William J. Knaus, en
un artículo de 1985 titulado Stu-
dent burnout -a rational emotive
education treatment approach,
planteaba ya que el burnout en
estudiantes era “un síndrome
subestimado” por la investiga-
ción que sin embargo se presen-
taba “potencialmente peligroso y
pernicioso en niños en edad es-
colar”. Según Knaus, entre un 10
y un 25 por ciento de los niños
en la escuela sufren burnout. Una
situación que, para De los Fayos
Ruiz, no ha mejorado desde en-
tonces.
“Hoy los niños tienen una pre-
sión altísima desde el instituto.
Saben que como no consigan
ENERO 2019 •
mama
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