[ UN PROYECTO BAJO EL BRAZO ]
Si algo pone de relieve una sección como esta es
que la maternidad desarrolla el ingenio. Cristina de
Rojas es otra muestra de ello. “El papel de ser madre
nos condiciona a convertirnos en seres flexibles
de por vida. Aprendemos a adaptarnos a todos los
cambios de nuestros hijos y a los nuestros propios.
Y creo que las madres somos muy rápidas en este
proceso de adaptación, lo hacemos sin darnos cuenta,
mientras vamos resolviendo los problemas cotidianos
de la evolución de nuestros hijos. La creatividad
nos acompaña constantemente porque es una
herramienta indispensable para encontrar soluciones
en escenarios desconocidos”, sostiene. Norkid, su
proyecto empresarial, es una prueba de ello.
P
orque a Cristina le sucedía algo que suena a
todos los padres. Una vez que su hija cum-
plió los dos años y no había forma de po-
nerle un saco de dormir porque le impedía
la movilidad, se pasaba las noches desta-
pada, para angustia de su madre. “Por las noches me
levantaba varias veces para taparla y cada vez que
iba a verla estaba encogida de frío. Empezamos a su-
bir la temperatura de la calefacción para solucionar el
problema, pero tampoco funcionó porque pasábamos
calor, resecaba el ambiente y teníamos que dormir
todos en casa sin taparnos”, rememora.
A un problema, una solución. Cristina compró
un nórdico y empezó a darle forma, diseñando un
saco-edredón que cumplía varios objetivos: facilita-
ba el movimiento libre de su hija mientras dormía, le
permitía levantarse sin estar atrapada, y era cómodo,
blandito y suave al tacto: “Todavía recuerdo la pri-
mera noche que Claudia empezó a usarlo. Me levanté
tres veces y encontré a la niña tapada ¡no podía
creerlo! A partir de esa noche, el problema se acabó.
De un día para otro, así de fácil. En casa comenza-
mos a dormir todos de un tirón y dejamos de abusar
de la calefacción”.
Dado el éxito obtenido con su hija, la emprendedo-
ra empezó a diseñar muchos prototipos para per-
feccionar el producto, que fue probado también por
amigos de la familia. “Me hacían reír cuando decían
que ya no podían estar sin este saco”, afirma. Con
el visto bueno al producto de otras familias, Cristina
decidió finalmente dar forma al proyecto y comenzó
a investigar sobre tejidos, materiales y talleres. La pri-
mera producción de Norkid apareció en el mercado
en el año 2012. “La acabamos en enero, me acuerdo
perfectamente. 200 unidades, todas apiladas en cajas
en el salón de mi casa. La verdad es que no sé cómo
me atreví a hacer una cosa así. Un ataque de locura se
apoderó de mí llevada por el entusiasmo de que otras
madres supieran lo que era descansar y solucionar
algo tan sencillo”, recuerda.
ENERO 2019 •
mama
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