[ PUBLIRREPORTAJE ]
Historias
En España somos conocidos a nivel mundial
por nuestra costumbre de la siesta, pero
hay otra siesta que también está alcan-
zando fama internacional a través de su
viralización por internet: la siesta nórdica,
una costumbre en la que los bebés (y sus
carritos) son los protagonistas.
No en vano, si uno camina por las calles
de cualquier ciudad nórdica durante el
frío invierno, con el termómetro marcando
temperaturas bajo cero, no es extraño que
se encuentre con una larga fila de carri-
tos en la puerta de una cafetería o de una
tienda de moda. Y los carritos no están
vacíos. Dentro, bien abrigados y protegidos
del aire frío por la capota, duermen apaci-
blemente la siesta los bebés, mientras sus
padres disfrutan en el interior de un café
con amigos y en calma, se prueban ropa o
hacen la compra de la semana.
Uno podría pensar que los padres nór-
dicos tienen mucha cara, que para eso
mejor no hubieran tenido hijos, pero
ellos lo hacen totalmente convencidos
de los beneficios de esta costumbre que
hunde sus raíces en el tiempo y en la
sensación de seguridad que se respira
en sus ciudades.
nórdicas
Algunos de esos beneficios no se han podi-
do demostrar en su totalidad. Por ejemplo,
el hecho de que los niños que pasan más
tiempo al aire libre enfermen menos, ya que
tienen menos probabilidades de contagiar-
se de virus que si estuviesen todos los be-
bés en el interior de las cafeterías con sus
padres. En este aspecto los estudios han
ofrecido resultados contradictorios.
Otros beneficios, sin embargo, sí que se han
demostrado ciertos, como el hecho de que
los bebés que duermen la siesta al aire libre
la extienden durante una hora de media
más que aquellos que la hacen en interior
(entre una hora y media y tres por entre
una y dos horas). Así lo confirmó un estudio
llevado a cabo por tres investigadores de la
Universidad de Oulu y publicado en enero
de 2013 por la revista Journal of Transcultu-
ral Nursing.
Sea como sea, nada parece indicar que los
ciudadanos nórdicos vayan a cambiar una
costumbre que empiezan a poner en prác-
tica desde que los bebés son todavía unos
recién nacidos. Están convenidos de sus be-
neficios para todos. Y no hay miedo al frío.
Quizás porque como reza el dicho sueco,
“no hay mal tiempo, sino ropa inadecuada”.
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