MADREPEDIA
Exterogestación
C
on la aprobación por
parte del Congreso de
los Diputados de los per-
misos iguales e intrans-
feribles, otras voces del feminis-
mo se han alzado para reivindicar
la necesidad de que las madres
tengan unos permisos de materni-
dad superiores a los actuales, fija-
dos en 16 semanas. Y en esas rei-
vindicaciones se ha colado con
fuerza un término que ni siquiera
recoge aún el Diccionario de la
Real Academia de la Lengua Es-
pañola: exterogestación.
La exterogestación hace re-
ferencia a la continuidad del
proceso de gestación fuera del
útero materno y se extendería
hasta el momento en el que los
niños comienzan a andar. Es
decir, hasta aproximadamen-
te el año de vida de los bebés,
meses en los cuales la figura
materna y gestante es el prin-
cipal vínculo del recién nacido
con el mundo que le rodea.
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mama
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Como explica Casilda Rodrigá-
ñez en El asalto de Haces: la re-
belión de Edipo, “l@s human@s
somos una especie neotéica”. Es
decir, que en comparación con
otros mamíferos, nacemos antes
de tiempo “con los huesos sin cal-
cificar, en estado cartilaginoso,
tan blandos que tardaremos un
año en poder andar; y sin dien-
tes, por lo que tendremos que
alimentarnos durante bastante
tiempo únicamente de la leche
materna; con el sistema inmuno-
lógico sin capacidad autónoma
de responder al medio exterior,
por lo que necesitaremos las in-
munoglobulinas de la madre… es
decir, necesitaremos el cuerpo
materno hasta terminar esta for-
mación extrauterina”.
Esa necesidad del cuerpo ma-
terno hasta finalizar la formación
se conoce como exterogestación,
un concepto que Rodrigáñez
considera que es importante di-
ferenciar del de crianza: “La exte-
rogestación es todavía simbiosis,
y en cambio la crianza habría que
considerarla como el proceso de
autonomización y de disolución
de la simbiosis”. Según la escri-
tora española, hay dos cosas bá-
sicas que diferencian y marcan el
tránsito de la exterogestación a
la crianza: la capacidad de andar
y de comer sólido del bebé.
“Estas dos cosas señalan el fín
del estado de simbiosis”, explica
Casilda, que concluye que este
detalle es tan obvio que decir-
lo debería ser de perogrullo: “si
no tenemos los huesos calcifica-
dos y no podemos andar, no te-
nemos la mínima capacidad de
movilidad que la supervivencia
requiere; tienen que llevarnos,
tenemos que estar en brazos”.
De ahí la importancia de la pre-
sencia de la madre, de que el
bebé la sienta cerca para seguir
en el exterior el proceso de ges-
tación uterino interrumpido con
el parto: la exterogestación.