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“En lo profesional el que acompaña renuncia
a la carrera, y solemos ser nosotras”
roles, como yo tuve de relaciones publicas represen-
tando a la embajada para la que trabaja tu esposo,
pero no deja de ser un rol, no un trabajo aunque te
lo paguen, no sientes que trabajas de verdad. Asistir
a actos, recibir, ser amable siempre y políticamente
correcta es un trabajo pero si eres acompañante, es
circunstancial. En mi caso, soy traductora e intérprete
hablo 9 idiomas, tengo varios postgrados y experien-
cia laboral, pero a la vuelta a España no me contrata-
ban porque no tengo una trayectoria clásica.
DO: Te defines como “nómada por naturaleza y
expatriada de vocación”. Y es que llevas toda una
vida viajando. Has vivido en más de siete países, en
cuatro continentes, y aunque dices que “es una vida
enriquecedora y peculiar”, también es muy exigente
a nivel emocional”. ¿Cómo se supera el “duelo” del
país y la gente que has amado en un período más o
menos largo de tu vida?
MÁ: Hay una parte que no se supera nunca. Es
común escuchar que se echa de menos el país. Yo
creo que no se echa tanto de menos el país per sé,
sino la vida que teníamos en ese momento en ese
lugar. El país siempre estará, las ciudades siguen en
el mismo lugar, cambian, sobre todo las de países
complejos, pero no se mueven.
Lo que realmente echamos de menos es a las per-
sonas que hicieron de ese lugar “casa”. Una nunca
se acostumbra a estar lejos de la gente que quie-
re. Cuando vuelves a un lugar donde viviste, en el
extranjero o en tu país, nada es igual. Todo sigue
allí pero no es lo mismo, y no es lo mismo porque la
gente también cambia. En el caso nuestro, muchos
son también expatriados, que también se mudan a
otros destinos.
DO: Al principio con tu familia, después sola, lue-
go casada y con tus tres hijos, y ahora de nuevo
sin pareja y con los niños. ¿Es más difícil una vida
nómada cuando tienes hijos o es cuestión de ac-
titud y organización?
NOVIEMBRE 2018 •
mama
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