Band, la banda de rock
infantil por excelencia.
¿Te veremos haciendo
algo parecido?
No creo. Me gusta la
literatura infantil y juvenil,
pero no creo que vaya a
meterme en jardines musi-
cales de carácter infantil.
Sería demasiado punk
y los padres me denun-
ciarían por corromper la
moral neoconservadora
de hoy en día.
Martín
¿De qué manera ha influi-
do e influye el hecho de
ser padre en tu carrera
artística?
Desde el nacimiento de
mis hijas hasta ahora, he
aprendido inconsciente-
mente a gestionar mucho
mejor mi tiempo. Antes
de ser padre, pasaban
los años y no concretaba.
Cuando nacieron, pensé
“ahora no puedes permi-
tirte ni errar, ni dispersar-
te, ni postergar”.
¿Y el hecho de ser hijo?
De mi padre heredé el
gusto por la lectura y de
mi madre por la música.
Siempre me vieron con
“algo”, eso sí. Pero sos-
pecho que pensaban que
ese “algo” me encauzaría
a una vida como em-
baucador profesional [risas]. “Tienes mucho rollo y
muy poca vergüenza” era una frase bastante usada
hacia aquel enano que un día fui.
“De mi padre heredé el
gusto por la lectura y de mi
madre por la música”
¿Crees que la educación que recibimos o cómo se
nos trata cuando somos pequeños influye irreme-
diablemente en el adulto en el que nos converti-
mos?
Absolutamente. La dirección hacia la que encauza-
mos nuestro futuro es una combinación de predis-
posición genética, casualidades vitales y, por parte
familiar, de las motivaciones que hayas tenido,
de tu educación, y también de algunas carencias,
incluso reproches, como motor y contraposición
a todo lo positivo que también ha significado un
acicate. Dependiendo de los porcentajes que hayas
recibido de cada cosa de pequeño, uno puede ser
artista, arquitecto, asesino a sueldo... Vamos a ver…
El elogio sirve, pero el “no sirves para esto” puede
tener incluso más fuerza. No hablo de mis padres,
sino de todo lo que sucede a posteriori: prensa,
críticos, ex novias, cuñados, vecinos.
A mi sobrina, Mara, la bauticé como «la niña imanta-
da» antes de nacer. ¿Quién es ella en realidad?
Muchas personas. Es el símbolo de la atracción. Es
una idea platónica de lo que significa una belleza de
segunda cita, más que la aburrida perfección, o la
belleza estándar. Es la personificación del misterio.
Cada vez hay más demanda de otro tipo de música
para niños. Se me viene a la cabeza la Billy Boom
¿Cuáles de tus canciones
crees que podrían llegar-
le más al público infantil?
‘Shiwa’, ‘Villancico para mi
cuñado Fernando’, ‘Hous-
ton, tenemos un poema’...
Esa parte tan teatral que
hemos usado en algunos
discos.
De momento, has escrito, dos cuentos infantiles.
Martina y Anitram ya son parte del imaginario de
toda una generación de niños. ¿Es muy diferente
escribir para niños?
Es muy difícil reconectar con esa manera de ver el
mundo. Intento mantenerla viva, y supongo que ser
padre ayuda a tener la antena conectada con una ma-
nera de ver las cosas mucho más pura que la retorci-
da mentalidad adulta. Pero el esfuerzo de regresión
vale la pena porque te purifica. No hay que olvidarse
de darle la merienda a tu niño interior.
¿Seguirán, próximamente, sus aventuras? ¿Tendrán
Martina y Marc un hermanito? ¿Quizá una mascota?
Qui lo sá. Dependerá de la inspiración. Ahora mismo,
al estar mis hijas en la edad del pavo, lo que me pide
el cuerpo es hablar de espinillas en la nariz y lavabos
ocupados permanentemente con la música muy alta.
[Risas]
Por cierto, ¿quién te inspira más? ¿Tu perro o tu gata?
Mi perro es la bondad sin “peros”. Mi gata es el in-
dividualismo con algunos “peros”. En dicha fricción
está la chispa de la creatividad.
Gracias a ellos estás escribiendo un nuevo libro, los
diarios de un perro y un gato en clave de humor.
¿Qué nos puedes contar de él?
Será mi sexto, antes vendrá otro, el quinto, que nada
tiene que ver con animales. No puedo sino contar que
será una crítica al sarcasmo de hoy en día a través
del… ¡Sarcasmo! ■
MARZO 2018 •
mama
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