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vamos. La peque salta en los charcos, una señora me
mira y me dice que “se va a calar”. “No importa”, le
digo, y me mira con cara rara; nos vamos a casa y por
el camino hay andamios en un edificio, más ruido de
obras, la peque me mira asustada y corre. Esperamos
en un semáforo. Ella sabe que tiene que esperar a que
se ponga verde, pero la mayoría de gente se lo salta y
pasa en rojo. “¿Ama por qué pasan si está en verde?”.
No sé ni qué decirle, solo que no lo hacen bien y que
les puede pillar un coche; pasa una moto acelerando
(más ruido). Llegamos a casa.
Todo esto que es algo habitual en nuestras vidas
demuestra que las ciudades no son amables con los
niños. Sé que lo ideal sería vivir en el campo o en un
pueblo más pequeño, pero no es posible que todos
lo hagamos; además las ciudades cuentan con la
ventaja de tener más servicios y transportes a mano.
Eso no está mal del todo…
Pero ya que vivimos en una ciudad, me pregunto si
no se podrían dar más pasos para mejorar el entorno y
que los peques no tengan que sufrir tanta contamina-
ción acústica por los coches acelerando, sus pitidos o
las obras. Tampoco tanta contaminación que generan
coches y motos. Estaría genial que tuvieran espacios
más adecuados para jugar que no solo se reduzcan a
un parque de corcho con la misma clase de columpios.
Incluso tener parques a cubierto para cuando llueve,
algo que en el norte debería ser obligatorio.
más naturales, con areneros bien cuidados, con zonas
para jugar con agua, con tierra, fomentar huertos
urbanos; una ciudad con conductores más cívicos y
peatones más concienciados (esto sí que es difícil…).
Sé que suena utópico, pero hay países que tienen
ciudades así, ciudades amables con la gente y sobre
todo con los más pequeños, que no se merecen todo
ese estrés que les genera la ciudad (gente con prisas,
humos, ruidos por todos los lados).
Yo por mi parte intento no caer en ir corriendo con
prisas, aunque no siempre lo consigo, por desgracia.
Huimos de parques abarrotados e intentamos salir
el fin de semana al aire libre donde pueda jugar sin
miedo a que la atropellen y sin tantos ruidos que ago-
bian. De momento poco más podemos hacer mien-
tras las instituciones sigan sin pensar en una parte
muy importante de la sociedad: los niños.
Confieso que nos encantaría vivir en un lugar más
tranquilo, más pequeño y cercano a la naturaleza, pero
a día de hoy es imposible, así que al menos intento
vivir lo más slow posible, consumir de forma adecuada
y sostenible, comer sano, respetar a la naturaleza y a
las personas, criar con respeto a las necesidades de mi
hija… y todo esto es lo que me gustaría que ella apren-
diera, que otra forma de vivir y consumir es posible
pese al entorno poco amable en el que vivimos. ■
Pienso en una ciudad con más zonas
peatonales, con los coches más alejados
del centro, con carriles bicicleta, con más
zonas verdes, con parques de hierba para
jugar, con zonas de juego con materiales
MARZO 2018 •
mama
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