MADREPEDIA
Huérfilo
“
El progenitor que pierde a un
hijo. No que lo mata: que lo
pierde. ¿Cómo se llama, cómo
se dice, quién es aquel a quien
se le ha muerto un hijo? Falta la pa-
labra, falta la palabra. ¿Quién la ha
borrado?, ¿cuándo?, del diccionario
italiano, francés, alemán, español,
inglés. Y, además, ¿por qué? (…)
Eres viuda si has perdido a tu mari-
do. Eres huérfana si has perdido a
uno de tus progenitores o a ambos.
Pero yo, nosotras, ¿qué somos? Di-
rás: qué importa tener una palabra.
Importa. Porque tener un nombre
es tener un sitio, una casa hecha de
pensamientos ya pensados. Un lu-
gar tibio que lleva las huellas de mi-
les, de millones de personas que
pasaron por allí antes que tú. Te
hace sentirte, en el error, en tu sitio.
Un sitio doloroso y luminoso, un si-
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mama
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tio difícil mas previsto de historia
en el mundo”, transcribe Concita
de Gregorio la reflexión de Irina Lu-
dici en Parece que fuera es prima-
vera (Anagrama).
Y con estas palabras nos pone en
la pista de una realidad: no existe
una palabra para definir al padre
o a la madre que pierden a su hijo,
que al contrario de la lógica que
marca el tiempo lo ven morir antes
que ellos. Con lo difícil que es asi-
milar todo aquello que rompe con
la lógica establecida, con lo normal.
Hace cinco meses la Federación
Española de Padres con Niños con
Cáncer lanzó una campaña de re-
cogida de firmas en change.org
para pedir a la RAE la inclusión de
la palabra ‘huérfilo’ en el diccio-
nario. De la mano de reconocidos
rostros de la cultura española están
a un paso de alcanzar las 7.500 fir-
mas solicitadas.
Huérfilo parte de la la misma raíz
latina que ‘huérfano’, orbh, que sig-
nifica alejar o separar; y se comple-
ta con el sufijo Filius, cuyo signifi-
cado es hijo. “Necesitamos tener
un nombre que les recuerde para
así sentirlos a nuestro lado para
siempre. Una palabra que refleje
que detrás del dolor más terrible ha
existido el amor más increíble que
una persona puede experimentar”,
escriben en la petición.
Ojalá huérfilo ponga fin a este
vacío léxico y dentro de unos años
sea ese “sitio doloroso, luminoso, y
difícil; mas previsto de historia”.