Madresfera Magazine 14 - Enero 2018 | Page 23

[ HISTORIAS PERSONALES ] corre, juega, tiene rabietas y ríe. A veces hasta nos dicen si no se habrán equivocado”, explica Sonia. “El apoyo entre personas que viven de cerca la displasia cleidocraneal es fundamental porque además de compartir las experiencias logísticas, comparten la parte “humana” de la enfermedad” LA “LATA” DE LAS REVISIO- NES MÉDICAS Una niña “normal, de talla baja, muy activa, inteligente y con mucho genio”. Es la de- finición que hace Sonia de su hija, a la que de momento no le “notan” nada más allá de la talla baja y que aún no ha ce- rrado las fontanelas. Además, durante los primeros meses tuvo que llevar un arnés de Pavlik por falta de maduración de la cadera, ya que podía derivar en una displasia y los médicos prefirieron intentar prevenirlo de esta manera. “Por lo que nos cuentan otras personas afectadas ellas mis- mas o sus hijos, los mayores problemas empiezan tras el cambio de los primeros dientes de leche”, asegura la vallisoletana. Las revisiones cada seis meses para vigilar posibles problemas óseos y comprobar su evolución gene- ral son algo ya cotidiano para la hija de Sonia: “Se realiza un seguimiento multidisciplinar que abarca experto en síndromes, traumatología y más adelan- te odontopediatría. Esto a parte de sus revisiones normales con su pediatra”. Pese a esa cotidianidad de las consultas, como a cualquier niño a Pitufona no le gusta ir de médicos porque ella, además, se tiene que someter a rayos X, ecografías y análisis que, se- gún cuenta su madre, “le asustan”. Su familia intenta que sea “todo lo más normal posible y ayudarla a sobrellevarlo”. Reconoce Sonia que el trajín de médicos es siem- pre un trastorno “extra” para poder conciliar con los trabajos de ambos pero lo que peor lleva es tener siempre “un puntito de preocupación por si “des- cubren” algo nuevo”. Además, puesto que se trata de una enfermedad rara, se desconoce el grado que puede alcanzar en el caso de su hija o las dificultades pro- pias que pueda desarrollar en un futuro por lo que la incer- tidumbre no deja de acompa- ñarles. EL APOYO ENTRE FAMILIAS Un miedo relacionado con la evolución de la enfermedad en sí misma (“Si tendrá que someterse a alguna interven- ción, si tendrá algún tipo de dolor o problema óseo, etc.”) y otro referido a la aceptación social (“Es una niña alegre que va a la guardería y se siente querida, participa feliz con to- dos sus compañeros y no hay ninguna diferencia”) son los principales temores de Sonia ante los que esperan “saber educarla con una buena auto- estima y fortaleza” para que pueda enfrentarse a las adversidades que se pueda encontrar. ¿Qué decirles a unos padres que se encuentren en la misma situación? “Pues lo primero que somos afortunados por tener un diagnóstico porque la mayoría de enfermedades raras se diagnostican muy tarde o de manera errónea durante mucho tiempo. También que no olviden que dentro del gran con- junto de enfermedades raras nos ha tocado una que afortunadamente no es grave. Que se informen, que insistan a todos los médicos con los que se crucen, que no se queden con dudas en las consultas. Y lo más importante: que nos busquen para que vean que no están solos. Hay varios grupos a nivel inter- nacional y también tenemos uno a nivel nacional que esperamos pronto constituirnos en asociación”, concluye Sonia, para quien el apoyo entre personas que han pasado o están pasando por un diagnóstico como el de su hija es fundamental porque además de compartir las experiencias de tipo logístico o práctico de diferentes ciudades, médicos o trata- mientos, también “se comparte la parte “humana” de la enfermedad”. ■ ENERO 2018 • mama • 23