Madresfera Magazine 11 - Julio 2017 | Page 47

“Vivimos en la era del miedo, un miedo casi medieval, ancestral, un miedo que se evidencia en el terror a la soledad, a la incomunicación, pero también a la angustia vital, al pavor a lo desconocido” Ahora tus hijos ya tienen 13 y 20 años, entre medias de la edad que tenía el protagonista de tu novela cuando la fama empieza a entrar en su vida. Vuelves en parte en ‘Tierra de campos’ a la adolescencia, una época vital a la que te has acercado tanto en tus libros como en tus películas. ¿Qué tiene la adolescencia para ser foco de atención tan a menudo de tu mirada? Es normal, todos somos frutos del tiempo donde fabricamos nues- tros ideales, nuestro modelo de vida. A la edad adulta ya llega- mos con unos mitos que marcan nuestras aspiraciones, los revolco- nes y los disgustos forman parte de un anhelo, de una aspiración a algo que nos marcamos en la adolescencia y la infancia. Por eso son épocas tan importantes, por- que en ellas fabricamos nuestro futuro, que no será más que una proyección de nuestras fantasías. Pisotear la infancia y la juventud transformándolas solo en épocas de profesionalización, de pre- paración técnica es un error, el niño debe soñar, porque en sus sueños estará asentado el futuro que busque, aquello por lo que pelee. Para mí, como narrador, son épocas muy estimulantes, pero en todo lo que he escrito ha habi- do también personajes maduros, viejos, que son un espejo de futuro para los jóvenes, me gusta el cruce intergeneracional, no limitar mis narraciones a una edad o un tipo de personajes. ellos desean ser, porque si no, el mundo sería una tragedia. El joven disimula, pero por dentro es una máquina de procesar información. Voy a institutos a hablar de mis libros y películas y encuentro que los más interesantes están callados, sometidos a la dictadura de los medios de comunicación que imponen que Messi o Ronaldo son personas que admirar, que emular, pero noto que por deba- jo circula una corriente en la que saben que todos esos modelos son despreciables, que hay que ser otra cosa más compleja, mucho más satisfactoria que un éxito puntual, que la fama, que el dinero, que ser es aspirar a ser tú. “Tener un hijo te hace hijo, te hace entender a tu padre, comprender la magnitud de su fracaso, de su frustración, algo que nunca te atreviste a comprender” ¿Ves muchas diferencias entre los adolescentes de hoy y los de la generación de Dani Mosca (que también es la tuya)? No, me parece que todos los adolescentes son víctimas de su época, son secretos subversivos, que luchan contra lo que les dicen que tienen que ser para acabar fabricando lo que tienen que ser. Hoy las resistencias son mayores, los jóvenes están mucho más condicionados que nosotros, pero es- toy seguro de que van a pelear para no someterse al modo de ser que les imponen, para ser quienes Muchas veces los medios de comunicación nos muestran a los adolescentes de hoy como una generación perdida, pero como me decía el poeta Emilio Martín Vargas nosotros, como genera- ción, “ya no lloramos porque nos hayan robado el futuro porque sencillamente hemos perdido la capacidad de sentir algo por ello, nos hemos habituado a la crisis y la corrupción. Nos hemos hecho viejos, en otras palabras. Ancia- nos que se quejan de la hume- dad”. ¿Tenemos que tener fe en la capacidad aún intacta de emocionarse de estos adolescentes? Sí, creo que los jóvenes son un secreto, el secreto mejor guardado que solo ellos conocen. Trato, en la medida que puedo, de no juzgarlos, de no sentar cátedra sobre ellos, porque sé que nunca son como parecen. Si algo hay nefasto en nuestro mundo es esa sensación derrotista que les transmiten los adultos autoindulgentes, esa idea de que hagan lo que hagan les ha tocado, por mala suerte, un mun- do horrible, una sociedad nefasta. No es cierto, to- dos los momentos han sido horribles, todas las so- ciedades han sido nefastas, pero la gente ha sabido sacar la cabeza para hacer grandes cosas, para lograr progresar a su manera. Incluso al terminar la guerra civil, los españoles fueron grandiosos en su JULIO 2017 • mama • 47