EL CAMINO DE LA ADOPCIÓN
• LA HISTORIA PERSONAL •
A. llegó a la vida de Marta y de su pareja con un
año de vida tras cuatro largos años de espera en
el siempre arduo y lleno de incertidumbres camino
de la adopción. No olvida el día en que por fin le
conocieron, ni su mirada asustada. Sus reflexiones y la
experiencia de la adopción las narra desde hace un
año en el blog ‘Lluvia al pasear’. Una lluvia que es casi
un signo distintivo de su Asturias natal; y también una
esperanza para la supervivencia en el país africano
que vio nacer a su hijo.
• Dentro de nuestro entorno existía un caso de adop-
ción, con lo que para nosotros no era algo extraño ni
desconocido. Al contrario, era un tema que hablába-
mos en ocasiones, incluso antes de comenzar nuestro
proyecto de familia habíamos comentado la posibili-
dad de adoptar. Así que cuando llegó nuestro mo-
mento y los hijos no llegaban de forma biológica, tras
un par de tratamientos de fertilidad fallidos comenza-
mos a pensar en la adopción como nuestro camino
para ser padres. Desde que dimos el primer paso, bu-
rocráticamente hablando, hasta que oficialmente nos
convertimos en padres, pasaron cuatro años.
• En todo ese tiempo nunca nos planteamos abando-
nar el camino. Los procesos de adopción, en su ma-
yoría, no cumplen los plazos orientativos que te faci-
litan al principio de los mismos. Aprendes a aceptar
que en el camino pueden aparecer cambios en el
procedimiento que afecten a tu expediente, pero no
por ello vas a paralizarlo. Y no quiero decir que sea
fácil, al contrario, en la adopción conjugan dos facto-
res: el puramente burocrático y el sentimental. De-
trás de todos esos trámites administrativos se en-
cuentra una familia que ha puesto sus esperanzas,
ilusiones y amor en un proyecto que si sale bien, les
convertirá en padres. Conjugar ambas cosas es muy
complicado, pero aprendes a respetar los tiempos.
• El proceso de adopción fue un aprendizaje brutal,
tanto a nivel personal como de pareja. Se pone a
prueba la paciencia y, sobre todo, aprendes a vivir
con una enorme incertidumbre. Debes normalizar lo
máximo posible, continuar con tu día a día, pero ob-
viamente, tu corazón y tu cabeza se encuentran a
miles de kilómetros. Fue un período de tiempo en el
que afloraron en mí emociones que nunca antes qui-
zás hubiese sentido. En mi caso aproveché para ex-
plorarlas. Descubrí cuáles eran las que quería incen-
tivar y cuáles me hacían daño, y a partir de ahí les
planté cara. La recuerdo como una etapa de creci-
miento interior, en la que empecé a vislumbrar qué
tipo de persona quería ser y puse remedio para con-
seguirlo. De ese enriquecimiento no solo me vi yo
beneficiada, sino que también lo hicieron mi pareja y
mi entorno, y supuso un salto muy importante hacia
el tipo de madre que quería ser.
• Que queríamos adoptar no fue algo que fuésemos
gritando a los cuatro vientos, pero desde el primer
momento nuestra familia y amigos más cercanos su-
pieron de nuestra decisión. Su apoyo además fue de-
cisivo para afrontar el proceso en sus momentos más
complicados. Fue sorprendente ver la ilusión y la
empatía con la que vivían cada paso que dábamos.
Nos sentimos muy queridos.
JULIO 2017 •
mama
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