Cuenta tu biografía, al menos la de la Wikipe-
dia, que tras viajar a Londres con 16 años
volviste decidida a ser actriz. ¿Qué te aportó
aquella experiencia?
Fue una experiencia muy buena. Hablamos de hace
más de 50 años. España era entonces un país mucho
más atrasado que Inglaterra y llegar a Londres fue
una sorpresa continua. Todo me sorprendía. Yo era
muy pequeña, pero la experiencia me vino muy bien.
Siempre me había gustado mucho leer y en Londres
no me dejaban leer en castellano, así que me vi
obligada a leer en inglés. Una amiga me dijo que por
qué no leía obras de teatro, que seguramente me
resultaban más sencillas de comprender. Me leí
entonces obras de Chéjov, de Ibsen... y decidí que yo
quería hacer esos papeles.
Cuenta el protagonista de la última novela de
David Trueba que cuando le dijo a sus padres que
quería ser músico de rock, le contestaron “hijo,
nosotros somos gente normal”. ¿Cómo se toma-
ron en tu casa esta vocación? Estamos hablando
de 1960…
Cuando volví de Londres me
coloqué en la base de Torrejón
de Ardoz y luego en la Embaja-
da de Estados Unidos. Diga-
mos que estaba bien situada,
así que cuando a mis padres
les dije que quería ser actriz, se
lo tomaron como si les hubiese
dicho que los jueves me iba a ir
a bailar. Nunca pensaron que
fuese a llegar a ser profesional.
Cuando quisieron darse cuenta
ya estaba tan metida que era
tarde para que hiciesen nada por cambiar mi
opinión. Pero no, no se lo tomaron mal.
¿Llegar tan lejos? Es difícil hacer una medida. Lo
que sé es que estoy contenta estando donde
estoy. Pero vaya, yo ni pensaba que iba a llegar a
salir en televisión, ni soñaba con que la gente me
fuese a conocer por la calle. Eso no estaba en mi
cabeza. Yo solo quería subirme al escenario.
Has trabajado para algunos de los directores
más reconocidos de nuestro cine. Desde Almo-
dóvar, a Balagueró pasando por Jaime Rosales,
Achero Mañas o Mateo Gil. ¿Serías capaz de
elegir entre ellos o como pasa con mamá y
papá, los quieres a todos por igual?
Con el que más afinidad tengo es con Miguel
Albaladejo, con el que rodé ‘Una ciudad para
sufrir’, porque fueron casi dos meses juntos.
Ahora además trabaja conmigo en ‘La que se
avecina’ y le tengo mucho cariño. Digamos que es
con el que más me identifico. Con Almodóvar yo
siempre digo que he hecho un corto, porque fue
un trozo muy pequeño de ‘La mala educación’,
por eso no tengo un conocimiento más profundo
de él. Con Jaime Rosales
disfruté mucho rodando ‘La
soledad’. Trabajé muy tranquila
con él como director y ahora
he repetido en su última pelícu-
la. Le gusta mucho la interpre-
tación y eso hace el trabajo
muy agradable. De todos
podría decir algo especial. He
tenido mucha suerte con los
directores. Como pasa con
papá y mamá, con todos muy
bien.
“Cuando les dije
a mis padres que
quería ser actriz se
lo tomaron como si
les hubiese dicho
que los jueves
quería ir a bailar”
El tiempo parece haberte dado la razón en tu
decisión. Has participado en algunas de las
series más icónicas de la televisión española y
también en películas muy reconocidas y premia-
das. ¿Esperabas llegar tan lejos cuando soñabas
con ser actriz?
Yo soñaba con hacer papeles y divertirme mucho.
Y eso sí que lo he cumplido porque me he diverti-
do mucho haciendo teatro, cine y televisión.
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mama
• MAYO 2017
Y hoy, con 72 años, sigues al pie del cañón en
varias series, entre ellas ‘La que se avecina’. ¿El
cine no entiende de jubilación?
No, no. Si quieres te puedes jubilar. O te pueden
jubilar aunque tú no quieras si no te llaman para
ningún papel, pero yo disfruto haciendo lo que
hago, teniendo papeles no muy largos en el cine.
Y en la televisión estoy muy contenta con ‘La que
se avecina’, porque me llevo muy bien con la
directora, me lo paso muy bien en el rodaje y me
río mucho con los guiones. Así que de momento
no me voy a jubilar.