madre eras; y con el biberón algu-
nos movimientos feministas antirre-
productivos lo cogieron como sím-
bolo de modernidad y de liberación.
En este feminismo se sigue viendo
la lactancia como una esclavitud,
como relegar otra vez a la mujer
dentro del espacio privado, cuando
no tiene que ser así porque una mu-
jer puede dar el pecho en un espa-
cio público. Y esa visión sigue muy
presente en ciertos movimientos”,
explica Marta.
También tiene mucho peso la con-
tinuidad de los consejos médicos
desfasados por las evidencias cien-
tíficas que siguen dándose a las mu-
jeres. Para la antropóloga, dichos
consejos “provienen de una situa-
ción donde había un biopoder sobre
el cuerpo femenino que dice cómo
las mujeres tienen que disciplinar su
cuerpo y el de su hijo en la espera;
hacer como si la lactancia e, incluso,
las tareas domésticas en general
fueran como la producción tayloris-
ta, con horarios, un control… De he-
cho, cuando un niño de pecho de-
manda mucho, enseguida se le
tacha de “malcriado” y, por tanto,
indisciplinado, porque no sabe es-
perar”.
Otro de los factores que encuen-
tra Marta Ausona es el del valor de
la independencia, una independen-
cia entendida como “absoluta”, y
por tanto errónea, porque todos
somos interdependientes en todos
los sentidos: