do y se le da sentido. En esta etapa
se va incorporando todo, aunque no
se entienda como un adulto, y si
está en la televisión o en la calle
anunciado, lógicamente los niños
entienden que debe ser bueno”. A
este condicionamiento de priori-
dades y valores en los niños a través
de la publicidad también alude San-
dra Astete, que considera que ésta
orienta a los menores “hacia la satis-
facción inmediata de los deseos, a
priorizar el tener sobre el ser”.
Para Vanesa Pérez Torres, profe-
sora e investigadora del Departa-
mento de Psicología de la Universi-
dad Rey Juan Carlos, sin embargo,
no se puede establecer una rel-
ación causa-efecto entre la publici-
dad y el comportamiento de los
niños, de la misma forma en que no
se puede relacionar éste con la so-
ciedad de consumo en la que na-
cen. “Está claro que la publicidad
diseña mensajes persuasivos con el
objetivo de fomentar actitudes de
consumo, ya que es su fin. Lo im-
portante es el tipo de exposición y
el acompañamiento de estos men-
sajes que se hace desde la familia”.
EDUCAR CONSUMIDORES
RESPONSABLES
Como matiza Sandra Astete, si bien
el principal impacto ambiental con
los alimentos y otros productos se
produce en la fase de producción,
no se debe olvidar que los hogares
influyen en ese impacto a través de
sus opciones y hábitos de consumo,
que llevan asociados efectos para el
medio ambiente derivados del con-
sumo de energía y de generación de
deshechos. Por ello, la portavoz de
Unicef considera que “todos, cada
uno desde nuestro rol y posición,
tenemos una responsabilidad en la
crianza y en la generación de va-
lores en los niños y niñas”.
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•
mama
• MARZO 2017
José Antonio Liébana, por su par-
te, considera que la educación en
familia “es básica”, ya que ésta con-
stituye el contexto de socialización
primario. Y aunque considera com-
plicado luchar contra una sociedad
“en la que hay una incitación conti-
nua al consumo”, sí que añade que
los padres y madres pueden adoptar
y fomentar con sus conductas un
consumo más sostenible y razon-
able, ser un ejemplo para sus hijos:
“Por ejemplo, ante la demanda del
hijo de que se le compre una y otra
cosa, está la negativa de los padres.
Está claro que el hijo seguirá de-
mandando el producto pero los pa-
dres se deben de mantener en su
actitud. No es un buen padre aquel
que le compra todo lo que el hijo
pide, ni tampoco son malos padres
aquellos que no le compran a sus hi-
jos aquello que no necesitan, aun-
que todos los amigos lo tengan”. Al
respecto, el profesor de la Universi-
dad de Granada hace referencia a
“la presión del grupo”, que en oca-
siones provoca que a los padres “les
mueva la pena o la culpa y cedan
ante lo que les dicen los hijos”.
“Se puede hablar de una cultura
de consumo porque lo que mueve a
la sociedad es el consumo”