N
PORTA
E
sorprendente, la información genética de ambos, que se transmitirá a través del óvulo y del espermatozoide que alcance su
objetivo, también puede estar
siendo “estropeada” por la mala
alimentación . Es lo que denominamos epigenética. Después del
parto, la lactancia materna será el
talismán protector, no solo de la
obesidad infantil, sino de gran
número de patologías que los niños alimentados con fórmula
presentan con mayor frecuencia
que los amamantados. El no obligar a comer, no presionar, el no
estar pendientes de los percentiles (se da demasiada importancia
a las gráficas de peso), el no tener productos insanos en casa…
Todo esto forma parte de la prevención de la obesidad infantil,
entre otros muchos consejos que
quedan recogidos en mi libro y
en los de Julio Basulto y Juan Revenga.
Los adultos elegimos lo que comemos pero, ¿quién elige lo que
comen los niños?
Es evidente que el niño nunca,
pero nunca, es culpable de lo que
come ni de las consecuencias que
ello tiene. Somos nosotros los padres (ya sabemos que influenciados por muchos factores) los que
compramos y metemos en el carrito de la compra aquellos productos que luego el niño tendrá deseos irresistibles de comer. Por
eso, no tener en casa productos
insanos es la mejor manera de promover una alimentación familiar
saludable.
¿Qué opinas de los menús de
los comedores escolares? ¿Han
mejorado en los últimos años o
aún queda mucho por hacer?
Es evidente que en los últimos
años ha mejorado la calidad nutricional, en líneas generales, de lo
que se sirve en los colegios, pues
están regulados por directrices autonómicas que suelen cumplirse,
pero aún quedan aspectos relacionados con la presentación (muchas veces triste como la de servir
en una bandeja de aluminio con
huecos para la comida) o con la
temperatura (no es lo mismo comer un arroz con tomate calentito
y en su punto, que frío y pasado) o
con el ruido ambiental. La experiencia de comer con tus compañeros de clase tendría que ser
amable y relajante, lo que contrasta con lo que sucede en muchos
comedores.
“El niño nunca
es culpable
de lo que
come ni de las
consecuencias
que ello tiene”
¿Quién crees que tiene más
responsabilidad en la calidad de
la alimentación de los más pequeños: el comedor del colegio,
los padres o el entorno del niño?
No es cuestión de culpabilizar
más a los abuelos que a los padres o que a los familiares de
otros amigos o compañeros,
pues todos en general deberían
de ir en la misma dirección ya
que no sirve de nada intentar co-
DA
ORME
I
NF
mer muy saludablemente desde
las 8 del lunes hasta las 3 de la
tarde del viernes, si luego vienen
dos días y medio de alegría dulce, salada y calórica con productos insanos. Como he dicho antes, los colegios han mejorado
sus menús; además, cuantitativamente, no tienen tanta influencia
como a veces los medios nos
quieren hacer pensar.
Los desayunos y las meriendas
siguen siendo los más maltratados por los adultos: bollería y zumos industriales, lácteos azucarados... ¿Es cuestión de cultura, de
“falta de tiempo”, de comodidad
o de desinformación?
Una mezcla de todos estos factores, aunque hay que reseñar que
la fruta es comodísima y rápida de
preparar, por lo que es falso que es
más cómodo poner un bollito para
la merienda que un táper con fruta
cortada,o si el niño es más grande,
poner en la mochila una pera o una
manzana.
¿Tienen los padres información
real y útil sobre alimentación o
seguimos inmersos en la más absoluta desinformación, mitos y
los “si lo venden será porque es
bueno”?
El nivel cultural de los padres influye mucho sobre la alimentación
infantil y esto se ha visto en los estudios. Por eso, el nivel de “credulidad” es directamente proporcional, en muchas ocasiones, al nivel
socioeconómico y cultural que rodea a la familia. Esto hace que los
mensajes con verdades a medias y
mentiras camufladas que rezan en
muchos envases, hagan mella en
los más desfavorecidos. ■
JULIO 2016 •
mama
• 51