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parados, los niños, ya que son los
que más pesan del mundo. ¿Qué
estamos haciendo mal?
Casi todo. Hemos avanzado mucho en cuanto a la esperanza de
vida gracias, principalmente, a las
vacunas y a los avances de la medicina. Sin embargo, los expertos
dicen que esos avances de la medicina han tocado techo y en un
futuro próximo ya no van a poder
hacer frente a las enfermedades
derivadas, sobre todo, de la obesidad, porque en gran medida esa
obesidad, además, empieza en la
infancia. En España casi la mitad
de los niños tienen exceso de peso
y una sociedad con tantos niños
con este problema será una sociedad en la que la mayoría de sus
adultos tendrán exceso de peso.
Por tanto, habrá patologías derivadas de ello que ni con tratamientos
farmacológicos ni médicos se podrán abordar. ¿Qué estamos haciendo mal? Ya he dicho que la
gente sabe que las personas mueren de cáncer, de diabetes, de enfermedades
cardiovasculares...
Pero en realidad la causa de la
muerte es otra: los estilos de vida
no saludables y modificables ¿Qué
causa que la gente fume, beba, lleve una vida sedentaria o que no dé
el pecho? Debemos pensar que
hay una serie de factores que determinan las causas pero fundamentalmente hay un factor político, de pobreza, de discriminación,
de desigualdad. Y mientras no
haya una presión mayor por parte
de los gobiernos para evitar las
desigualdades de todo tipo la gente va a seguir siendo víctima de
esos hábitos.
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•
mama
• JULIO 2016
¿Somos conscientes de que la
alimentación y un estilo de vida
saludable es determinante para
que la esperanza de vida de nuestros hijos no sea menor que la de
sus progenitores? Es la primera
vez que algo así puede ocurrir…
Efectivamente esto es algo que
vienen anunciando los investigadores desde hace muchos años
pero aún no somos conscientes de
ello. Hay una encuesta de la Unión
Europea de la que se desprende
que la buena parte de la población
cree que una buena alimentación
es importante para su salud. Sin
embargo, 9 de cada 10 encuestados piensa que una mala alimentación no es mala para su salud. La
gente no es consciente de que una
mala alimentación perjudica su salud. Por esto, entre otros motivos,
triunfan los charlatanes: la gente
quiere una solución rápida pero no
hay soluciones mágicas. No existen. De hecho, hay un dato muy
significativo y es que sólo un 20%
de las personas que entran en
atención primaria, que van al médico, está dispuesta a cambiar sus
hábitos. Pero una cosa es que estén dispuestos y otra es que los
terminen cambiando. Esto te da
una idea de lo que estamos diciendo: la gente quiere una solución
rápida, una pastilla, la fórmula mágica, pero, en general, no está dispuesta a cambiar sus hábitos para
terminar con el problema.
En España observamos que, en
determinados rangos de edad,
hasta 4 de cada 10 niños padece
obesidad. ¿Cómo reconocer el
problema?
Escribí un artículo en 2015 sobre
este tema. En todo caso, es el pediatra quien debe diagnosticar la
obesidad infantil. Es cierto que hay
niños a los que a simple vista ya se
les puede ver, pero lo s padres podemos ser bastante malos haciendo diagnósticos. Hay bastantes
padres con hijos con obesidad que
no creen que su hijo tenga este
problema y lo achacan a que está
“fornido”. Pero también ocurre al
revés. Hay niños con peso normal
y sus padres piensan que están
“demasiado delgados”.
La obesidad es multifactorial y
surge como consecuencia de un
buen número de condicionantes.
En el caso de la obesidad infantil
ninguno de esos condicionantes
está bajo el control del niño, tal y
como aseguró en 2015 Margaret
Chan, Directora General de la Organización Mundial de la Salud.
Ante esto, ¿qué podemos hacer
los padres para prevenir la obesidad? ¿Cuál es nuestro papel?
Lo primero es dar ejemplo. Lo
que no puede ser es que le pidamos a un niño que no coma helados, por poner un ejemplo, y ponernos a comer helados delante
de él. Si queremos que el niño
coma sano, debemos nosotros comer sano también. El ejemplo de
lo que hacemos nosotros es importantísimo. Segundo: no tener
alimentos insanos en casa, ni llevárselos a la salida del colegio ni al
parque. Tercero: no obligarles a
comer nunca. Cuarto: intentar que
nuestros hijos no pasen un montón
de horas delante de la televisión.
¿Cómo? Pues no teniendo la tele-